Milla Tres

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El equipo de porristas era mi refugio seguro, el único lugar donde sabía que tenía amigas en quienes podía confiar hasta que llegara el fin del mundo. O al menos podía confiar en que me atraparían cuando volaba por el aire, lo cual era más probable que la llegada del fin del mundo, en cualquier caso. No obstante, en la escuela no tenía una red de seguridad como ésa, y la situación empeoraba. Aún no sabía que el Club AntiMiley había conseguido una llave del baño escolar con el conserje; pero cierto día, me dirigía a clase de ciencias y ellas me jalaron al interior y lo cerraron con llave. Estaba atrapada. Golpeé la puerta hasta que me dolieron los puños. Nadie acudió. Intenté abrir la ventana pero estaba atorada. De pronto me di cuenta de que todo el mundo ya estaba en clase. Nadie vendría al baño durante al menos cuarenta minutos. Me senté en el pisó y esperé. Pasé allí lo que me pareció una hora, en espera de que alguien me rescatará, mientras me preguntaba cómo era que mi vida se había complicado tanto. Contemplé la hilera de compartimientos, la fila de espejos, las rígidas ventanas y pensé en mis dos peces que nadaban en círculos en su pecera. ¿Cómo había llegado ahí? ¿Era algo que había pedido? ¿Lo merecía? ¿Algún día terminaría? Sabía las capitales de los cincuenta estados de Estados Unidos, podía dar un salto mortal hacia atrás en la acera, pero no tenía idea d por qué sucedía eso. No tenía amigos, estaba sola, me sentía miserable. La única ventaja era que, si tenía que ir al baño, ¡a menos estaba en el lugar correcto l e Fue como si alguien quisiera compensarme por lo que sucedía en la escuela. Poco después del incidente en el baño recibí otra llamada sorpresa; esta vez Disney dijo que quería que yo fuera a Los Ángeles a adicionar en persona para Hannah Montana. ¡Estaba a mitad del año escolar! ¡Excelente! Podía perderme la escuela; es decir, la cámara de tortura. Pero entonces recordé que también tenía importantes compromisos con mi equipo de porristas. El hecho de faltar a un solo entrenamiento significaba un gran problema. La coreografía depende de que todas se presenten. Después de todo, no puedes hacer una pirámide sin la chica de la punta. De hecho, ¡Incluso es peor intentar hacer una pirámide sin una de las chicas de abajo! De alguna manera mi mamá logró que me excusaran de los entrenamientos. Volé a Los Ángeles, con suma ansiedad practiqué el guión con mamá, me apresuré para llegar a tiempo a la audición, apenas podía contener la emoción, abrí la puerta de la sala de espera y... ah í había otras cincuenta aspirantes a Hannah a la espera de ser examinadas. Mi mamá y yo nos miramos. Habíamos pensado que yo era finalista. Creo que nos equivocamos. Bromeamos acerca de que tenían suficientes Hannahs allí para cada estado, no sólo Montana. (Hannah Indiana, Hannah Connecticut, Hannah Idaho...) Lo sé, Lo sé, pero teníamos mucho tiempo que matar en esa sala de espera. La sala de espera para las audiciones de Hannah Montana era como una atestada sala de espera de un consultorio médico. Había revistas viejas, olores extraños, toneladas de tensión... y todas estábamos a punto de ser examinadas. Algunas de las mamás que esperaban con sus hijas se habían puesto demasiado perfume, lo cual me provocó un dolor de cabeza instantáneo. El único punto de gracia fue que al menos no seríamos vacunadas, aunque estaba segura de que el hecho de no obtener el papel sería al menos igual de doloroso y el dolor duraría más tiempo. Mientras esperábamos y esperábamos y esperábamos un poco más pude ver que algunas de las chicas y sus mamás nos observaban. Mi mamá, gracias a Dios nunca había sido 'ese tipo'. Ella ignoró las miradas pero yo no pude. Había mucha tensión en esa sala. No podías evitar preguntarte quién era más bonita, o estaba mejor preparada o era más talentosa. Mientras estaba allí sentada miré furtivamente a las otras chicas. No reconocí a ninguna de ellas, y no es que lo esperara. Y a había hecho algunas audiciones pero en realidad no conocía bien la cuidad ni a la gente. La mayoría de las chicas eran mayores que yo y mucho más altas. Muchas de ellas eran hermosas. Algunas tenían brillantes cabellos negros, otras tenían cabello rubio; algunas, relucientes dientes blancos. Observé cómo estaban vestidas, cómo se habían maquillado y cómo se habían arreglado el cabello. En cuanto al aspecto, yo estaba segura de que la mayoría de esas chicas podía obtener el papel sin esfuerzo. Y sólo podía imaginar el grado de experiencia que tenían. Me sentí fuera de lugar. Las audiciones eran, por mucho, los momentos más temibles y enervantes que había vivido. Cada uno era como presentar un examen. Me gustaba actuar, así que siempre estaba emocionada, pero también siempre deseaba el trabajo realmente, de manera que la ansiedad era enorme. Sin embargo, ese día en particular, despertó la porrista que llevó en mi interior. Mi entrenadora del equipo de porristas, Chastity, era muy severa. En Nashville, algunas personas me trataban distinto por ser hija del cantante Billy Ray Cyrus. Eran condescendientes conmigo porque mi papá era alguien. Pero Chastity no. Si me equivocaba, me hacía correr algunas vueltas como a cualquier otra de mis compañeras. Si acaso, era más severa conmigo. Yo tenía miedo a volar; es decir, de ser la persona de la parte superior de la pirámide, que vuela por los aires, pero ella me obligó a trabajar de manera individual con el entrenador de acrobacias. Yo no era la mejor acróbata pero ella me hizo practicar hasta que mi salto mortal salió perfecto. Reboté muchísimas veces, hasta sentir que había girado en círculos durante horas. A Chastity no le importo to el tiempo que me tomó. Estaba orgullosa, siempre y cuando yo no renunciara. Siempre decía: 'No puedo no es una palabra.' me dijo que cuando quería algo, tenía que trabajar duro por ello. Yo deseaba mucho ese papel. ¿Quién podía decir que esas refinadas chicas de Los Ángeles eran mejores que yo? Cuando por fin me llamaron, estaba lista. do En la sala de audición me enfrenté a un panel de diez personas. Me paré allí, vestida con mi corta falda blanca y mi camiseta Abercrombie. Lo que deseas es que esas personas te recuerden, de manera que me aseguré de ser extrovertida. Um, no fue exactamente algo difícil. Por una vez en mi vida fue una ventaja que yo hablara tanto. Sólo tenía que asegurarme de ser yo misma en lugar de permitir que mis nervios me dominaran. La gente del casting me pidió leer un guión y luego cantar. Canté un poco de Mamma Mia! como es la mayoría de las audiciones, sus comentarios fueron '¿Puedes hacerlo un poco más brillante?' o 'Léelo otra vez, como si en verdad estuvieras enojada con tu hermano' (Es gracioso, yo estaba muy nerviosa y no tenía idea de quiénes eran las personas que formaban el panel. Para mí sólo eran desconocidos intimidantes. Ahora son personas con quienes trabajo muy de cerca todos los días) Cuando salí de la sala no tenía idea de cómo lo había hecho. Y tampoco podía relajarme, a pesar de que ya había terminado; o casi. La parte más estresante de toda la tortura de las audiciones es que no puedes marcharte a casa hasta que ellos te digan que ya terminaste. Tienes que quedarte en la sala de espera y mirar cuando llaman a las demás chicas; mientras tanto, te preguntas si te llamarán para leer algo distinto o para cantar otra vez. O si n o te llamarán de nuevo pero de todas maneras debes quedarte. ¿Les gustaste? ¿Les encantaste? ¿Alguna persona te odia? ¿Les preocupa tu cabello? ¿Tu estatura? Nunca te dan el más mínimo destello de esperanza. Yo di lo mejor de mí, pero terminamos por marcharnos a casa en Nashville sin buenas noticias. Entonces un par de semanas después, recibí otra llamada. '¡Eres finalista!' De acuerdo, ahora sí hablábamos en serio. Quizá ya tenía mi boleto para escapar de sexto grado después de todo. Una vez más, pedí permiso para ausentarme del equipo de porristas. Dos strikes. Uno más y Chastity me expulsaría del equipo. Volé a Los Ángeles, con suma ansiedad practiqué el guión con mamá, me apresuré para llegar a tiempo a la audición, apenas podía contener mi emoción, abrí la puerta de la sala de espera y... ahí había otras treinta aspirantes a Hannah a la espera de ser examinadas, ¿Les suena conocido? Comencé a sentirme como una de esas pelotas que están sujetas a una raqueta por medio de un hilo elástico. Cada vez que me golpeaban, me jalaban de regreso, sólo para golpearme otra vez. Bueno, en realidad fue más amable que eso, pero yo tenía once años. Era una montaña rusa.* ¿Es esta una metáfora más amable?. En los rostros de estas treinta chicas contemplé la sombría realidad. Apenas había logrado un pequeño progreso. En definitiva tendría que regresar a sexto grado. No podía escapar de la escuela pero podía concertrarme en otras cosas. Estaba próxima una gran competencia de porristas, de manera que me dediqué a entrenar y tratar de olvidarme de las audiciones y de mis enemigas de la escuela. Mi vida sólo apestaba de ocho de la mañana a tres de la tarde. Después iba al gimnasio y sacaba todo aquello de mi cabeza. Entonces, justo cuando de verdad había renunciado a toda esperanza, recibimos otra llamada de Margot, la agente de talentos. Disney quería verme otra vez. ¿Qué hacían: eliminar a una chica a la vez, al estilo de American Idol? Esta vez no hubo gritos ni alteraciones en la pacífica vida de los animales de la granja. En lugar de sentirme emocionada, me sentí cansada de todo. Le dije a mi mamá que no quería regresar. Me imaginaba que sería lo mismo una vez más... Estaba concentrada por completo en el equipo de porristas. Mi equipo no me hacía viajar una y otra vez al otro lado del país sólo para mandarme de regreso a cas a con nada.. Mi mamá también estaba fastidiada. Me dijo que aquello la alteraba. Pero entonces Margot nos dijo que Judy Taylor, la directora del casting, había dicho: 'No pueden faltar en esta ocasión. Tomamos muy en serio a Miley. Ellos habían visto a muchas chicas y siempre vuelven a ella.' Faltar a esa competencia significaría abandonar al equipo. Tenía que elegir entre el equipo de porristas y la audición. Hasta el día de hoy, ésa ha sido la decisión más difícil que he debido tomar. Mi mamá me d ijo que dependía de mí, pero ella quería que tuviera perspectiva, que tomara una decisión informada. Me dijo: 'Cariño, ¿estás segura? Creo que eres fantástica, pero las probabilidades de obtener ese papel aún son casi nulas. No tienes experiencia. Ya sabemos que ellos piensan que eres muy bajita y demasiado joven. Tienes el resto de tu vida para hacer esto. Si vas, puedes terminar por sacrificar al equipo de porristas por nada.' El consejo de mi papá fue más simple: 'Tienes que ir. Ese papel es para ti. (La verdad es que él siempre ha confiado mucho en su intuición.) Ambos me dijeron que tomara las cosas con calma y que lo pensara con mucha seriedad. Entonces lo reflexioné durante mucho tiempo y con toda seriedad. El equipo de porristas no sólo era mi pasión, fue mi salvación aquel año. Era mi única manera de sobrevivir al sexto grado. Si renunciaba y luego no obtenía el papel, lo cual, como todos sabemos, era la secuencia más lógica de eventos, me quedaría con nada. Pero yo no planeaba ser porrista durante el resto de mi vida. Era mi oportunidad. Y estaba aterrada. Siempre he creído que las mayores oportunidades en la vida se presentan con miedo y riesgo. Me di cuenta de que correr el riesgo era como realizar una acrobacia con el equipo de porristas y tener fe en que alguien me atraparía. Quizás el equipo de porristas me había entrenado para ese momento. Yo sabía que esperaba demasiado pero Hannah Montana era mi papel de ensueño y estaba más cerca que nunca. No iba a darme por vencida ahora. Regresé a Los Ángeles.

Miles To Go "La Vida Por Delante"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora