Parte 34

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¿Por qué siempre la maldad viene a por nosotros en los momentos de máxima felicidad?

Era normal que me hubiera relajado, que solo mi cabeza y corazón se ocuparan de estar enamorada mientras hacía las duras jornadas de trabajo.

Me relajé también porque los ataques de las bestias, gracias a mi muro se había disminuido y los guardianes habían reducido los accidentes y las heridas. No temía cuando Afith se marchara a las incursiones con los demás. El siempre regresaba, sin un rasguño.

Era el más fuerte, incluso llegó a superar a Azael.

Cuando los guardianes le preguntaron cuál era su entrenamiento porque había mejorado mucho en tan solo unos meses y podía enfrentarse solo a una manada, el se rio.

-Solo necesitáis...

Me miró, risueño y se acercó. Siempre que se acercaba a mí, mirándome de esa forma, como si fuera un tesoro me dejaba indefensa. Me abrazó con mucho cariño y delicadeza. Murmurando palabras de profundo amor en mi oreja para que yo solo pudiera oírlas.

Los guardianes nos miraban con decepción.

-Como si fuera tan fácil encontrar una novia -se quejó el joven de pecas -estamos cerca del fin del mundo. Es difícil que te miren con cariño mientras huyen por el miedo.

Afith se giró a ellos, pero sin soltarme.

-Nunca dije que lo fuera. Es más fácil cuando la mujer es tan valiente como uno -me elogió.

Yo lo miré como si hubiera escuchado un mal chiste.

-Apenas vea una bestia, te dejaré atrás sin culpa alguna.

Afith me besó.

-Si, justo como hiciste con el pájaro demoníaco. Sin armas y te habías acercado antes que los guardianes. Podrás engañar a todos, pero no a mí.

Ese día, se marcharon como siempre a caballo y en grupo de cinco. Afith siempre que se marchaba me pedía algo mío, lo que más le gustaba eran mis cintas que me ataba en el pelo para que me molestaran los mechones sueltos del flequillo durante el trabajo. Le di una de color negro y se la ató a la muñeca, besándola como si fuera mis labios.

Fui incapaz de hablar sobre los sucedido en la oficina. Me consolé diciendo que no era tan grave, que cuando viniera la protagonista se quedaría en una anécdota divertida.

"¿Recuerdas cuando estábamos enfadados por una estupidez y destrozamos los muebles? "Y se reírían por la tontería y todo volverá hacer como antes, en su relación de hermanos.

Azael vino con su caballo, liderando a todos los grupos.

-¡Vamos! ¡Tenemos que impedir que se acerquen a la frontera.

Fue el primero en irse a la carrera.

Afith me dio un beso rápido y se montó en el suyo con una sonrisa confiada. Yo se la devolví.

-Señorita Rossi, cuando vuelva retomaremos donde lo habíamos dejado -se despidió con una gran carcajada y se marchó con los guardianes.

Llevaban una semana afuera y no habían vuelto. En el pueblo se extrañaron porque en verano las expediciones no eran tan largas, eran al revés, más cortas y fáciles.

-Quizás hubo ataques sorpresa.

Yo no me dejé asustar. Continué haciendo mis deberes y haciendo mi rutina como era debido. Confiaba mucho en Afith y en su fuerza. Eso fue lo que me ayudó a no pensar mucho en su situación.

Tras dos semanas volvieron. Hubo maldiciones inesperadas que hizo enfermar todos los caballos y perdieron muchos de ellos. Ese fue uno de los motivos principales por su retraso.

El pecado de la villana [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora