Recuerdos.

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Ayer, recostada en la oscuridad, abstraída en la blancura del techo y sintiendo ardor en mi espalda, se reprodujeron en mi mente recuerdos; no los terribles ni grotescos, sino los bellos y dulces; y entonces pensé que necesitaba un poco de esa dulzura antes de desvanecerme y decidí que era hora de comenzar a visitar a los integrantes de aquellos bellos recuerdos.

~

Hoy me levante más temprano de lo que acostumbro, me levanté a las 5 am. La noche anterior preparé el despertador, junto con mi bolsa llena de la necesario (dinero y mi libreta) y mi patineta a un lado.

Al despertar, el cielo aún se encontraba bajo una capa de oscuridad. Richard, Sandra y Samantha aún continuaban durmiendo, mientras yo me alistaba para salir.

Una ducha rapida, un desayuno ligero y una nota en la mesa diciendo que iría a patinar y regresaría mas tarde y salí de la casa.

Es mejor salir cuando nadie te ve, así no hay limitantes y claro está, que si se enteran que voy a casa de mi abuela, yo sola, harían lo necesario para impedirlo.

Ellos nunca me han dejado estar sola con ella. Siempre tengo que estar acompañada por alguien, mayormente por Sandra, porque Richard odia a la abuela y hace años que evita visitarla. Y todo esto, por miedo a que le declare a mi abuela lo que ese hijo de puta, que su hija tiene como marido, hace con mi cuerpo cada fin de semana desde hace años.

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Tras 25 minutos en el metro, llegué a casa de mi abuela. Mi primera visita en aproximadamente un año y medio.

La abuela se veía contenta, un poco más vieja de lo que recordaba, pero aun me ofrecía esa misma calida sonnrisa que me da desde que mucho años atras, incluso, desde bebé me sonreía de esa forma, en esas fotos que tanto he visto -y que de nuevo ví- su sonrisa raramente cambia.

Hablamos de varias cosas, la escuela, de los amigos que no tengo, de los chicos que ni conozco, de como está mi prima -un mal tema-, sobre mis tios-un tema pesimo- y sobre todo, de lo que más dialogamos fueron recuerdos.

Era en ellos, donde mis entrañas se sacudían y mi debilidad comenzaba a salir a flote en forma de pequeñas gotas estancadas en mis lagrimales. Primero hablamos del abuelo, aquel buen hombre que se fue demasiado rápido, y después de mis padres, en especial de mi madre.

Con el album fotográfico sobre sus piernas y sus palabras melancolicas, mis lagrimas rodaron.

Veía a mis padres en aquella fotos y sé que no querrían que acabará con mi vida, ellos me dirían que debo ser valiente, que necesito buscar ayuda y que debo desahogarme de todo este sufrimiento que se ha ido acumulando en mí.

Y ese fue el momento donde por un minuto pensé en luchar, en olvidarme de todo esto del suicidio, incluyendo esta libreta, y hablar, gritar por primera vez. Pero luego, volví a ver sus rostros impresos en esa foto y deseé tanto reunirme con ellos, ver sus rostros, abrazarlos y alejarme de esta maldita soledad y este agonizante sufrimiento que me está matando en vida; y no cambié nada, mantuve mi plan original y deseó más que antes llegar al final.

Mi abuela notó mis lagrimas, me dió un abrazo y me dijo esa frase que siempre quiero escuchar, pero no me atrevo a darle continuidad: Sabes que puedes confiar en mí y decirme lo que te pase, Loreta>>.

Me pasa de todo y mi abuela nunca lo sabrá, y ahora que lees esto, sabes que nunca lo supo.

Temía más por la vida de mi abuela, que por la mía. Mi abuela fue una de las tantas personas, con las que Richard siempre me amenazó de quitarles la vida si hablaba. Aun recuerdo las palabras que dijo años atras, antes de una visita con mi abuela:
Pobre de ti que vayas de chismosa con la vieja ¡eh!, sabes que la mato yo o alguien más, pero esa vieja se muere si hablas.

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Lector, tengo que pedirte un favor. Ya que estas ahí en la tierra, puedes hacerle el favor a está chica, y arrancar el siguiente pedazo de hoja con lo siguiente y entregarselo a mi abuela. Si lo deseas, puedes entregarle la libreta entera, pero prefiero que solo lea lo siguiente, es lo único que necesita saber.
El nombre de mi abuela es Clarissa Wilkes, tiene 71 años y vive en Longboard street.
Te vigilaré desde alla y te lo agradeceré por la eternidad - o te perseguiré en forma de fantasma hasta que lo hagas.
Muchas gracias, lector no religioso u optimista.

Abuela, no sé si llegues a leer esto, pero sabes lo importante que fuiste para mí.
Lamento no haber sido lo suficientemente valiente para hablar y pedir tu ayuda, porque sé que me la habrías dado.

Pero te pido, no te culpes porque no hay culpa alguna sobre tí, y el amor que siempre supiste darme.
La culpa está en la humanidad con la que me enfrenté: primero el gobierno, que no te dio mi tutela; después, el monstruo de Richard Anderson y por ultimo, el miedo y desinteres de Sandra al no hacer nada.

Ten la certeza que esté en donde esté, estoy en paz y no sufro más.

Te veré pronto y junto con mis padres, todos estaremos juntos finalmente. Como debio de ser.

Te amo.

Teen IdleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora