Parte sin título 5

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HIJOS DE LA NOCHE

HIJO DE LA OSCURIDAD

CAPÍTULO 4: PRIMERA Y ÚLTIMA

Mayormente rodeadas por bosque o grandes cuerpos de agua cercanos, el Gran Consejo tenía una red de propiedades por todo el mundo, mismas que usaban durante sus misiones especiales. Entre ellas, ahora también se encontraba la casa de los Ainsworth en Colombres.

Fue una de esas residencias la que usamos para escondernos del clan Sallow y los demás vampiros y demonios enfurecidos por la captura de su bello (y algo crédulo) ángel, en Inglaterra. No tardarían ni un día en encontrarnos por las barreras, las muchachas y yo no sabíamos por qué teníamos que quedarnos ahí.

Llegamos al anochecer, con Scorpius entre mis brazos y un agotamiento anormal invadiendo nuestros sistemas; Amelia se encargó de llevar el arma, mientras que Emilia funcionaba de soporte para el lastimado Cepheus. Él no fue herido en gran medida por su primo, lo que le afectó fue el daño que le hicieron a su coyote.

La manada que estuvo de nuestro lado también quedó muy herida en Italia, junto a la familia en cuestión.

—Cerca de aquí —habló el hombre que nos dictaba las indicaciones—, los primos Ainsworth comenzaron su persecución para escapar de su trágico destino en una sociedad indispuesta a que alguien se saliera del molde que construyeron para los hombres y las mujeres.

» A la par de ello, del otro lado del país, una muchacha era juzgada como bruja por el simple hecho de parecerse demasiado a su madre y era maltratada por su único familiar y sus conocidos.

Crystal Lawson, el alma gemela de Aira Maine y creadora del grupo que se identificaba con el mismo apellido. Supimos de ella cuando los del Gran Consejo le notificaron a Cepheus de los extraños avistamientos que hubo en Colombres durante el otoño e invierno de 2021.

Nos escabullimos por la oscuridad de la noche y atravesamos varios kilómetros de bosque para llegar a nuestro objetivo, una casita de cemento rodeada por rejas y con un pequeño cobertizo en el patio trasero.

El terreno por el que caminamos era irregular y los árboles eran tan altos que apenas podía distinguir la sombra de sus ramas en sus copas. El lugar resultaba propio de una película de horror donde el silencio y el suspenso abundan en cada escena.

Trepamos la barda al no contar con las llaves y forzamos las cerraduras, cosa que pudo haber sido más fácil si alguien hubiera estado despierto y de nuestro lado.

Gran parte de los muebles parecía tener un estilo antiguo, hecho a base de madera de roble o telas pesadas que concentraban mucho polvo entre sus pliegues.

Cerramos la puerta apenas todos estuvimos dentro y nos dividimos las tareas: Amelia buscaría leña para las chimeneas, Emilia haría una lista del inventario, Cepheus se llevaría a Scorpius a un lugar seguro y yo me encargaría de limpiar un poco la horrible cantidad de tierra que se había colado desde la última vez que la casa fue usada.

—¿Qué harás con él? —Pregunté al demonio. Lo notaba un poco confundido y contrariado desde que dejamos Italia y fue mucho más obvio cuando tuvo al muchacho a su merced—. ¿Para qué hicimos todo esto?

Me vio con sus ojos oscurecidos y tristes, inseguro de si responderme sería lo mejor. Sus pulsaciones eran irregulares y noté la repentina palidez en sus mejillas al haber dado unos cuantos pasos para acercarme a echarle un vistazo. Hasta ese instante, nuestro lazo vibró.

Lo tengo.

Lo tengo para mí.

Lo tengo para mí gracias a ti.

Hijo de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora