Capítulo 2: Algo grande

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HIJOS DE LA NOCHE

HIJO DE LA OSCURIDAD

CAPÍTULO 2: ALGO GRANDE

Desde esa tarde, Cepheus comenzó a frecuentarme más seguido para que escuchara su plan y opinara sobre sus decisiones (que las halagara, más bien). Descubrí que era más fácil hablar con él cuando estaba de acuerdo en la mayoría de las cosas, así que eso hice con la esperanza de lograr que viera cuán interesado estaba en él, cuán dispuesto estaba a dejar mis ideales para reformarme con los suyos y ser alguien digno de su confianza.

No supe en qué momento dejé de ser quien me caracterizaba para querer darle el gusto de ser su peón favorito.

No me di cuenta de cuán acostumbrado estaba a no hablar más que cuando él esperaba una respuesta, hasta que Lily me reprochó que me volví una persona muy callada en los últimos meses.

Jamás creí ser del tipo que perdía el sueño por alguien más y que, por la falta de descanso, desarrollara un constante malhumor por todo lo que me rodeaba.

Era como si todo a mi alrededor se hubiera amargado.

Todo, menos Cepheus.

Cepheus, mi alma gemela y mi mayor imposible.

Cepheus, quien me acariciaba con sus tersas manos cada que era un buen chico.

Cepheus, quien me susurraba mentiras dulces en mi oído cuando me veía decaído.

Cepheus, quien me pedía constantes disculpas bajo la luna por no corresponderme.

Cepheus, quien me prometía incontables citas cuando tuviera a Scorpius de su lado.

Cepheus, con el que decidí fingir no darme cuenta de todas sus mentiras porque era más fácil pensar que cambiaría, que salir de ahí.

—Lo amo —decía. Su lazo y su expresión facial me decían todo lo contrario—. Prometo que, en nuestra siguiente vida, te amaré al doble. Lamento no ser capaz de hacerlo ahora... Él es...

Mágico —detallaba, a veces.

Maravilloso —lo hacía en otras.

Encantador, ¿comprendes?

—Como un veneno que recorre mis venas y llega hasta mi corazón.

Esa era la que más me dolía.

Él lo sabía, siempre me daba la mano como un intento tonto de reconfortarme.

—El dueño de mis pensamientos...

Persuasión, me dijo que era uno de sus poderes, el más increíble y complicado. Ni siquiera él era consciente de cómo funcionaba, así que era un peligro para todo aquel que se le acercara. Una belleza descomunal, según Cepheus, a la que pocos podían alcanzar y comprender a la perfección, como para vivir a su lado.

Un poder que eclipsaba a cualquiera y que, aquella persona destinada a estar junto a él toda su vida, debía ser sinónimo de equilibrio, confort y madurez.

—Él está muy lejos de serlo —al verme sin comprender, recalcó—. James Sinclair Miracle Mun, su destinado, está muy lejos de ser lo que necesita.

—¿Y tú cómo estás tan seguro? —Quise saber, con la necesidad de comprender lo mínimo de por qué no me aceptaba a mí, si era lo más fácil.

Cepheus sabía que nunca lo abandonaría y que lo amaba, que lo amaba tan mal que dejé de ser el de antes y a él no pareció desagradarle.

Hijo de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora