❝𝐁𝐫𝐨𝐦𝐚𝐬 𝐡𝐢𝐫𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞𝐬❞

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Era un día normal, como todos, después de ya casi 6 años de matrimonio, la monotonía, la falta de confianza, la búsqueda de algo nuevo. Todo lleva a qué la violencia se haga presente, empezando por pequeñas cosas.

Las pequeñas bromas que hieren los sentimientos.

Negas llegaba del trabajo, ya cansado y fastidiado de todo y todos, lo que menos quería y aunque estuviera mal era ver a su marido.

Había tenido un pésimo día en el trabajo, sobrecargado de estrés, trabajo y gente pendeja.

Vio a su esposo Andrés salir del baño, se limpiaba algunas manchas de sangre del rostro y manos, seguramente había matado a alguien otra vez.

Pues sí, Andrés, o más conocido por su apodo Pinchimono, era un caníbal, aunque era raro que aún no se le hubiera cruzado por la mente la idea de comerse a su marido Negas...

El de cabellos castaños no dijo nada, no tenía ganas de discutir con su cónyuge, solo quería dormir.

-¿De qué esquina vienes? Pareces prostituta recién salida de su jornada del trabajo, solo te falta la ropa y si me ando creyendo que eres una.

El pelinegro soltó una carcajada mientras miraba de arriba a abajo al castaño y embutía un trozo de carne, proveniente de una de sus presas.

Negas le dio por su lado, como siempre, sin dar pizca de atención a sus comentarios, o por lo menos eso era lo que quería aparentar.

Se fue directamente al refrigerador, quedaba unos 4 trozos de pizza en la nevera, estos del día anterior, así que no dudo en tomar dos de ellos y meterlos al microondas.

Pinchimono volvió a mirarlo, Negas había aumentado un poco de peso por su alimentación tan desvariada, el estrés y el alcohol, causas "Normales"

Al joven azabache no se le tardó en idear otro chiste para molestarlo.

-La diferencia entre una vaca y tú, es que la vaca da leche, pero, en este punto, empiezas a parecer una.

El castaño ya estaba estresándose y le soltó un golpe en la cara a Pinchimono, que realmente no le hizo mucho daño.

-¡Cállate, cabrón!

Sin más, se fue a su habitación y cerro la puerta de manera brusca, el joven azabache ni siquiera pensó en ir a pedir perdón, solo se quedó en la cocina comiendo carne cruda, en ese momento su esposo era lo menos importante para él.

Pero Negas ahora estaba sentado en la cama, reflexionando si es que su consorte tenía razón...

Y para él, si la tenía, se miraba frente al espejo, se daba vueltas, ahora se sentía mal consigo mismo.

Después de un rato, Pinchimono fue a verlo, lo vio llorando, a lo que solo lo abrazo y lo beso, consolándolo.

-Solo fue una broma, no seas llorón, amor.

Se "disculpó", para no agravar el conflicto, lo que menos quería era ver a su "amado" esposo llorando por una estúpida broma.

Pero bien dicen, lo hecho, hecho está, ahora Negas sentía que el mundo se le caía encima, pero fingir que no le importaba... no sería tan difícil... al menos eso suponía.

V I O L E N T O M E T R ODonde viven las historias. Descúbrelo ahora