₊˚♡ 𝐊𝐀𝐈

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El frío cortante del monasterio me hacía apretar los dientes

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El frío cortante del monasterio me hacía apretar los dientes. ¿Cómo podía ser que alguien como ____, la Maestra Elemental de la Nieve, fuera tan distinta a mí? Siempre pensé que la gente decía que los opuestos se atraían, pero ¿en serio teníamos que ser tan diferentes?

Desde el primer día que llegué al monasterio, las chispas volaban entre nosotros. ____ y yo éramos como el fuego y el hielo, chocando en cada encuentro. Sus ojos (c/o), tan fríos como el hielo que controlaba, parecían mirarme con desdén cada vez que me veía luchando con los ejercicios de control del fuego.

—"¿Acaso piensas que moverte como un torbellino de fuego resolverá algo?", me espetó una vez, mientras sus manos creaban delicados copos de nieve en el aire.

Fue esa actitud desdeñosa lo que me hizo pensar en cómo ganarme su atención. Comencé a esforzarme más en mis entrenamientos, poniendo todo mi empeño para perfeccionar mis habilidades. No podía permitir que sus ojos gélidos me subestimaran.

Cada día, a pesar del frío y las miradas de desaprobación, seguía adelante. Incluso cuando las cosas se tornaban difíciles y parecía que no avanzaba, recordaba esas palabras: "Los opuestos se atraen". Quizás, solo quizás, detrás de su fachada glacial había algo más.

Con el tiempo, comencé a notar pequeños cambios. A veces, mientras entrenábamos en el patio helado, nuestros ojos se encontraban durante un segundo más de lo habitual. Sus cejas se fruncían menos cuando no lograba dominar un movimiento. Aunque parecía reacia a admitirlo, estaba prestando atención a mi esfuerzo.

Poco a poco, los roces cortantes y las palabras mordaces comenzaron a transformarse. Nuestras interacciones se volvieron más como un reto amistoso que como un enfrentamiento constante. ____ no era solo la Maestra Elemental de la Nieve, sino también alguien que entendía la disciplina y la dedicación que se requerían para controlar un poder elemental.

—"Nunca pensé que alguien como tú tendría la paciencia para esto", murmuró un día mientras observábamos cómo los copos de nieve danzaban en el viento.

—"Tal vez debas aprender que a veces, de los que menos esperas pueden sorprenderte", respondí con una sonrisa.

A medida que nuestros vínculos se fortalecían, pude ver más allá de su exterior helado. Descubrí su pasión por la naturaleza, su deseo de protegerla, y su devoción por perfeccionar sus habilidades. Nosotros dos éramos el claro ejemplo de que del odio al amor hay solo un paso. Aunque comenzamos como fuego y hielo, nuestras diferencias nos habían acercado de una manera inesperada.

Y mientras el sol se ocultaba detrás de las montañas cubiertas de nieve, sentí un calor en mi pecho que no provenía del fuego. Porque aunque éramos tan diferentes, habíamos encontrado una conexión especial que trascendía nuestros elementos opuestos.

A medida que los días pasaban, las chispas de rivalidad entre ____ y yo se habían transformado en algo diferente. Ahora, nuestras conversaciones eran más largas y llenas de risas. Era divertido ver cómo ____, que siempre parecía tan seria, dejaba escapar una sonrisa de vez en cuando.

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