Hearst (Undertale/Underworld AU)

Capítulo 2: Snowdin

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La situación tan traumática, tan dolorosa era remplazada por calor y suavidad, aunque no fuera suficiente. El sudor escurría por su rostro y cuerpo, remarcado por una respiración agitada ruidosa y entrecortada. Las imágenes de esa cosa resonaban en sus pensamientos, una y otra vez, impotente de poder actuar de cualquier forma invadido por el miedo. Agotadamente despertó, postrado en una cama bastante grande. No podía evitar que las lagrimas salieran de sus ojos, preocupado hasta el limite. 

Observo la habitación, parecía algo antigua, con estilo rustico acogedor. La iluminación era leve, de un color anaranjado saliente de una lampara en la esquina de la habitación. Observo la única ventana a su derecha. Ver la nieve acumulada en la ventana lo hizo estabilizarse, de seguro solo se había golpeado, las monjas lo dejaron dormir en una de sus habitaciones del orfanato luego del golpe. Le dolía el cuerpo. 

intento levantarse, pero cuando apenas se movió, se dio cuenta de algo que lo aterro por completo. Lo sentía, pero no estaba. Le faltaba parte del brazo. Comenzó a hiperventilarse al notar la sangre seca y el vendaje que lo envolvía. Cayo de la cama, no se dio cuenta que estaba descalzo, tanto que se acerco a la única puerta, percatándose de que estaba cerrada. La hinchazón y el ardor lo molestaban, incluso sentía que movía los dedos de algo que ya no estaba. 

Grito de manera desesperada, rogando por que le abrieran. Tanto fue así, que luego de un rato solo pudo volver a ver la ventana. Ni siquiera lo pensó dos veces, sin sus zapatos, uso su brazo y abrió la ventana con toda la fuerza que tenia. La brisa helada le provocó malestar mientras se colgaba del alfeizar para poder salir de ahí. La puerta empezó a sonar, alguien giraba el picaporte del otro lado. Chara salió de ahí pisando la fría nieve que le llegaba por debajo de las rodillas. 

—¿Q-qué me paso? —Hablo entrecortado por el frio, emprendiendo camino entre arboles cubiertos de nieve. —T-tengo que escapar. —sniff— ¿Dónde diablos estoy? 

No podía ver el camino mas allá de mas y mas frondosidad natural. Observo el cielo, en busca de algo, pero solo encontró lo que parecían ser estalactitas entre la oscuridad. Seguía en el subsuelo. Solo pudo correr desesperado por escapar, pero lo único que obtuvo fue una caída, no se dio cuenta cunado fue que se termino el suelo pero rodo entre el lodo, las piedras y la nieve, al llegar al suelo totalmente adolorido fuera por la adrenalina siguió corriendo intentando no llorar. 

Su cuerpo cedió. Termino entre raíces torcidas de uno de los arboles, observando un enorme puente colgante de lo que parecía madera. Tendría que subir, escalar esa montaña empinada, recordando que seguramente el lugar estaría infestado de monstruos. 

La sangre del muñón manchaba el vendaje, dejando ver pequeñas gotas que se acumulaban en la nieve. Pensó en esa magia, cosa que no entendía. Recordó el cuchillo, pero no lo tenia. Sus pies empezaron a dolerle, pero no podía parar. Era un niño de diez años totalmente solo, en un lugar roto y peligroso. Y ese peligro, fue remarcado por un horrendo sonido que provenía de las profundidades del bosque.