2. Trátame suavemente 𓍢ִ໋ ͙

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O se desmayaban, o caían muertos en el escenario; eran las opciones que comenzaban a considerar recital tras recital.

Les agradaba estar bajo los reflectores y tocar instrumentos, cantar y hacer lo que más amaban: la música, pero algunas veces era bueno tomarse un descanso, y ellos definitivamente necesitaban uno.

—¿No podemos irnos de vacaciones a las Bahamas?— había preguntado Zeta, estirandose cuál felino y soltando un pequeño bostezo, dado por lo temprano que tuvieron que levantarse esa mañana.

Gustavo se encogió de hombros mientras sonreía ligeramente, mientras tomaba un café matutino que lo había ayudado a sobrellevar horas de viajes entre provincias y horas de conciertos.

—Estamos en mar del plata ¿no? capaz que nos da tiempo de ir a la playa, o no se, pasear por ahí.— contesto el roludo, sorbiendo el líquido caliente y tomando una galleta para acompañar su desayuno improvisado.

—No tenemos nada de tiempo, como hoy es diez en dos días vamos a tener que estar en Necochea, cuando terminemos el concierto de hoy tenemos que hacer las valijas e irnos— explico su punto el bajista, masajeando sus sienes y tomando de su mate cocido con galletitas de agua.

Cerati simplemente prefirió no responder, sabiendo que era verdad, pero de todas maneras, su concierto en Necochea sería el último y luego tendrían un merecido descanso de por lo menos un par de meses.

—A todo esto, ¿vos sabés dónde está Charly?

preguntó el de ojos marrones; hacía rato que no lo veían por ningún lado, cuando despertaron, simplemente habían observado que su cama estaba deshecha, eso era todo.

—No, no lo ví desde ayer a la noche— susurró gustavo, observando fijamente su vaso y esperando que, por arte de magia, apareciera el baterista por la puerta de la cocina y dijera que solamente había ido a tomar aire.

—Que raro, capaz que él sí aprovecho para ir a la playa, tarado, nos hubiera despertado a nosotros también.

Comento Zeta, refunfuñando y tomando lo último que le quedaba de su mate cocido, para luego levantarse de la mesa y sacudirse la ropa.
—Bueno, yo me voy yendo a arreglar un poco el equipo de grabación y eso, ¿venís?

—No, me quedo acá, después te alcanzo— musito Gustavo, y Zeta simplemente asintio sin hacer más preguntas y yendose por dónde habían entrado, la puerta de la cocina.

El líquido en su taza comenzaba a menguar, así que se vio en la resignación de dejar el vaso en la encimera de la cocina, mientras esperaba algo impaciente la hora de llegada de Alberti.

¿Quizás había ido a tomar aire? fue el pensamiento que tenía constantemente gustavo, aunque, en realidad no debería pensar mucho en dónde estaría, de cualquier manera, no era alguien para controlar lo que hacía su baterista.

De todas formas, era verdad que en al menos una hora tendría que aparecerse sí o sí para hacer la prueba de sonido del último recital, así que tal vez luego le preguntaría dónde había estado.

Claro, sí aparece, volvió a pensar cerati, mientras miraba por una de las ventanas que daba a la hermosa arena brillante y el agua celestina de mar del plata, por sí llegaba a vislumbrar unos rulos castaños claros.

Luego de unos segundos, simplemente se rindió y se dirigió a la puerta de la cocina, a sabiendas que debería estar gastando su tiempo en ensayar que en esperar a que Charly llegará cuando eso no debería ser de su interés en primer lugar.

Justamente cuando empezaba a tomar el mango de la puerta para abrirla, se vio sorprendido por un forcejeo del otro lado, así que con rapidez la soltó y vio como era abierta por una figura de su misma estatura.

𖥻 ̨𖥔 lo que sangra (la cúpula) ، [gustavo x charly]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora