3. Corazón delator 𓍢ִ

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Pasaron considerables días [para Gustavo por lo menos, porque en realidad el domingo no estaba muy lejano...] antes de que llegará el séptimo día donde se suponía que se reunirían.

No es que Gus estaba desesperado a qué vinieran; en realidad, quizás se había mantenido un poco ocupado, dando un par de entrevistas aquí y allá, dictaminando algunas canciones al azar que preparaba para un futuro álbum, y también descansando un poco en el cómodo living de su hogar.

Aproximadamente en junio o julio tendrían que sacar un nuevo videoclip sobre un tema en específico de su último álbum; 'en la ciudad de la furia' era un tema considerablemente exitoso, y a Gustavo le encantaba, así que iba a ser bueno grabarlo.

Pero faltaba más de un mes para que, por lo menos, iniciarán las grabaciones, así que todavía tenían bastante rato libre para holgazanear, o irse de vacaciones cómo Zeta había dicho (Gustavo sí había intentado considerar irse a las Bahamas en algún punto de su aburrimiento, aunque lo descartó con rapidez).

Cuando llegó el Domingo, había un clima algo nublado por la mañana, cosa que anticipaba lluvias o que simplemente el cielo no quería sol ese día.

Al fin y al cabo, Gustavo había observado en la televisión que sería una tarde libre de lluvias, algún que otro chaparrón en zonas del oeste pero nada de que preocuparse.

Por supuesto, Gustavo creyó esto, así que todavía, a pesar del nulo sol, sus amigos podrían venir a comer a casa.

Y, claramente, le salió el tiro por la culata cuando la lluvia torrencial inundó todo Buenos Aires.

Quería matar a el tipo que anunciaba el pronóstico en ese mismo instante.

—La puta que me parió...—decía el de los rulos, mientras cerraba ventanas que dejaban pasar una brisa suave.

—¿A quien mierda se le ocurre poner semejante pelotudo en la televisión?

Por supuesto, tenía que descargarse contra algo y ese 'algo' era el muchacho treintañero que dió el clima por la mañana.

Gustavo refunfuño; ¿sus amigos seguirían viniendo ahora? no podía saberlo a menos que él o ellos le llamarán por el teléfono fijo, y por ahora, eso no sucedía.

La comida era lo de menos, quería mostrarles un par de canciones que compuso en su rato libre, pero ahora se vería pospuesto por la lluvia a cántaros que el tipo del clima no había anticipado.

Cuándo ya se había resignado, simplemente tomó el primer libro que vió, prendió el foco de luz mandarina que había en una mesita al lado del sofá y leyó los primeros capítulos, sin saber que más podría combatir su creciente decepción.

Enserio quería ver a Zeta, y claro, a Charly... aunque él era un caso más complicado, y Gustavo prefería no pensar en el baterista por más segundos de lo permitido.

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero los golpes desesperados en la puerta le dieron un respingo, y jadeó con susto al percatarse de que seguían tocando su puerta de madera.

Oyó, por lo menos, más de diez veces su timbre, mientras los golpes seguían incesantes en aquel portón.

—¿¡Gus, estás acá!? sí estás, por favor abrinos hijo de puta, no sabes los que nos pasó, nos mojamos todo.

Aquella voz, de su tan querido bajista, resonó por toda la casa, y Gustavo casi se deja llevar por la carcajada que se tuvo que contener a toda costa.

—¡Te escuchamos reírte! Tarado, por favor, que tus vecinos nos van a matar viendo cómo dejamos toda la alfombra mojada—comento nuevamente el de ojos avellana, mientras seguía tocando y tocando la puerta a pesar de saber que su propietario estaba dentro del hogar.

𖥻 ̨𖥔 lo que sangra (la cúpula) ، [gustavo x charly]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora