17.- Abrupto.

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Nunca me había puesto a pensar en lo doloroso de la partida.
Cuando sientes la huida de algo tan familiar que te carcome el alma, el creer que te han arrancado un brazo, un riñón, las córneas o el corazón.
Sientes ese vacío estar ahí, no te duele pero no te deja.
México sabía eso muy bien, aún no estaba acostumbrado a un aroma que era una imitación,  su cuerpo estaba relajado todo el tiempo, como una droga, porque sobrepensar le había llevado a todo eso.
Tomaba con cuidado las finas flores de romashka que recordaban al eslavo con su aroma herbal, entre sus dedos se escapaban las flores porque no quería arrancarlas, eso sería privarlas de la vida.
Hacia dos meses de la partida de Rusia a su tierra, y su corazón se ponía pesado cuando leía los libros que dejó abruptamente regados en su habitación, anotaciones en la poesía de Aleksandr Pushkin con su nombre al lado, aún estaba enamorado, y esos libros no hacían más que negar su duelo.
Ninguno se comunicó con nadie, Ucrania no daba detalles, se mantenía en silencio cuando entraba a su casa, casa que ya no sentía como suya porque los recuerdos en ella eran tan lejanos.
Sabía que sus hermanos sabían.
Sabía que su casi ex cuñado sabía.
Sabía... Que él no sabía nada.

La primavera escupía su amor por todas partes, por lo que se abrumaba con facilidad muchas veces, veces en las que Australia era lo único que quedaba de la sensación de hogar.
En retrospectiva, porque a veces solo así podemos ver las banderas rojas, la indecisión desde un comienzo fue lo que había acabado con todo, un amor que había empezado de manera abrupta, terminó de la misma manera.
Cuando vivían las emociones con intensidad todo era perfecto, pero nunca nadie pensó que pasaría cuando el fuego se apagará, sobre todo porque no sabían que debían seguirlo alimentando.

-México, tienes que seguir empacando tus cosas.- Habló Australia desde la puerta de la casa, paciente esperó a que México se levantara con su perezosa manera de caminar, hasta que llegó a él y lo olfateó.- Te ayudé con la ropa pero no sé que es lo que quieras llevar aparte.- Dijo el mayor dándole una sonrisa mientras acariciaba su mejilla.

-Está bien, pensaba en llevarme algunos libros, pero no quiero llevar tanto equipaje, luego los cobrones de viva aerobus te encajan cuatrocientos ajolopesos por sobrepeso.- Se quejó, era verdad, además ya estaba muy gastado y había llevado hasta las sillas del comedor su hermano, no entendía por qué necesitaba todo.

-¡Ten cuidado con eso USA! Vas a romper los vasos.- Se quejaba mientras ayudaba a acomodar la cristalería, viendo con algo de nostalgia los muebles.- Dios no puedo creer que en serio nos vayamos de este lugar.- Acarició el rellano del piso con marcas por los zapatos. - Bueno, en realidad si lo necesitábamos, siempre creí que la casa era muy obscura.-

- Pues tu elegiste el color verde vestido de Fiona en las paredes, te dije que no se veía bonito.- Dijo mientras se llevaba las cajas de cristalería al camión.

-Bueno fue una decisión unánime en su momento.- Siguió alegando, pensando en el próximo color del departamento que rentarían, ya que su madre les había vetado y cortado sus ingresos diarios, ahora tenían que empezar a ahorrar.

Mientras esos dos estaban en lo suyo México subió a su habitación, estaba casi vacía exceptuando tal vez algo de ropa que posiblemente donarían, libros y muebles que no entrarían en el nuevo departamento, se puso a revisar los libros, quería llevarlos todos consigo, pero ya se sabía de memoria las historias, los poemas y los versos, no tenía caso repetir una y otra vez, aunque eran su lugar seguro siempre tenía que abrirse a más posibilidades, sin embargo si se quedó con algunos de los libros que Rusia le dió, eran aquellos que no quería desprenderse pues ambos los habían hecho suyos, sin embargo si pensaba devolverle algunos, se lo rogaría a Ucrania si era necesario pero Rusia también los merecía, y sabía que él los extrañaba, puso la caja con sus libros al lado de la que él conservaría, dividiendo mientras leía, esos poemas que aún le hacían sentir mariposas, era un apego, pero necesitaba liberarse de ellos.
Dejó sus favoritos para Rusia, y los más emotivos para él, dividió libretas, y escritos, conservando pequeñas cosas de su pequeño amor.
Cuando terminó se vio rebasado por las lágrimas que se habían colado sin saber, nisiquiera las sentía hasta que su sonrisa le supo salada, y se limpió la cara, llevó su ropa y libros abajo de uno en uno, pero al llevar las cosas de Rusia Ucrania entró a su habitación.

¡Te veo en la ventana![Rusmex Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora