Dos

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Cuando Christopher volvió a la mesa encendió otro cigarrillo mientas sus amigo los ignoraron por ver fijamente al tercer escenario donde la chica de negro había capturado a los dos angelitos del primer escenario y parecía muy entretenida al someter a esos dos seres del bien en el lado del mal pero entonces un ligero escalofrío le recorrió la nuca lo que lo puso en alerta, podía sentir una mirada fija sobre él, examinó a todos a su alrededor pero todos parecían fijar su mirada en la chica pelirroja que estaba a la mar de entretenida paseando sus manos por las largas piernas de los angelitos.

Luego le pareció ver un ligero movimiento en el escenario del medio, las cortinas coloridas estaban cerradas pero le pareció ver un resquicio descorrido donde le pareció ver medio rostro ahí y para su consternación era la mirada que sentía sobre él.

Pero cuando la persona del otro lado de la cortina se dio cuenta desapareció de inmediato dejándolo con una extraña sensación en el estómago.


˖⸙̭❛


La mañana siguiente Jamie decidió que ese día trabajaría desde casa.

Quizá serían dos días.

O tres.

O un mes.

Tuvo que crear una nueva rutina que no incluyera a su ex mujer y sin afectar a su pequeña y exigente hija cargada de órdenes y preguntas; el mes de adaptarse a su nueva vida de recién divorciado pasó quizá demasiado deprisa y terminó justo a tiempo para el regreso a clases: el volvía a la oficina y ella comenzaba el jardín de infantes.

Así que ahí estaba esa mañana preparando un desayuno nutritivo consistente en un emparedado de jalea y crema de maní, un puñado de fresas cortadas con una cosa plástica que les daba forma de corazón y añadiendo una botella de agua a la bolsa del almuerzo de su hija mientras ella se cepillaba el cabello con una mano y con la otra intentaba acabarse su cuenco de cereales, Jamie la ayudó a peinarse -solo le retiró el cabello del rostro con una diadema- y cuando tuvo todo listo se montaron en el auto, mientras conducía recibió una llamada y usó el manos libres para atender.

-Buenos días princesa.

-Hola Chris.

-Perdón pero se lo dije a Olivia.

-¡Hola Trís! -respondió la pequeña desde el asiento trasero.

-¿Lista para tu primer día de clases?

-Ajá, papá me compró crayones nuevecitos, ¿quieres verlos?

-Luego me pasaré a tu casa para ver las obras de arte que haces con ellos -se rió. -Bueno, te espero de regreso en la oficina Jamie, tengo un tema importante que hablar contigo.

-Claro, nos vemos en un rato.

-Suerte, y un beso para Olivia.

-¡Adiós Trís!

La llamada terminó y el radio comenzó a sonar de nuevo con una melodía conocida que hizo chillar a la pequeña atada en su silla de seguridad en la parte de atrás, la primera vez que eso había pasado Jamie por poco fue estampado contra otro auto por frenar de golpe pero ahora estaba acostumbrado a las muestras entusiastas de su hija ante su cantante favorita...

-¡Es Taydor Suit! Papá sube el volumen, sube, subeeeee.

Como siempre siguió las órdenes de su hija, la pequeña comenzó a cantar con todas las fuerzas de sus pulmones mientras él buscaba dónde estacionarse entre el montón de padres que buscaban estar en primera línea para sacarle fotos a los pequeños con sus uniformes y mochilas, él le había enviado una foto a su ex antes de salir de casa con Olivia ataviada en su nuevo uniforme y una mueca graciosa a lo que ella había respondido apenas con un emoji de pulgar arriba.

Todos mis colores || RelatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora