—¡AY, CHIN-!
—¡No grites, Chisguete! —Nando le dio un codazo en el estómago —. De milagro logramos pasar sin que Dionisia se diera cuenta de tus brazos.
—¡Me duele!
—Es una herida abierta, tarado. Xóchitl apenas aplicó los primeros auxilios necesarios en el momento.
—¡No me estás ayudando!
Hacia las 3 de la tarde, los hermanos San Juan habían regresado a la panadería. Tuvieron la suerte de que Dionisia estuviese ocupada con un cliente cuando entraron, por lo que no le prestó atención a por qué uno de ellos venía sudando frío y con los brazos envueltos en vendas.
Una vez entraron, Nando le pidió a Leo que se sentara en la cama mientras él iba por unas gasas, alcohol y otro rollo de vendas, ya que las que había puesto Xóchitl se les había traspasado la sangre. Cuando las retiró, se dieron cuenta de que había dejado de sangrar, pero que de todos modos requerían otra desinfección.
—¿Puedes parar de echarme eso? —Leo le reclamó, con unas inmensas ganas de meterle a su hermano un santo golpazo —. ¡Me arde mucho!
—No te vi quejándote con Xóchitl.
—Porque Xóchitl no parecía querer quitarme el brazo como tú.
—Chisguete —Nando tomó aire profundamente —, en serio, si no quieres que esto se alargue, será mejor que guardes silencio y me dejes terminar.
El mencionado, pese a ser normalmente el maduro de los dos, le sacó la lengua y refunfuñó como un niño pequeño. Tuvo que esperar otros cinco minutos para que su hermano acabara con ese suplicio y, tras tapar los cortes pequeños con algunas curas, envolvió el brazo izquierdo de Leo con un grueso trozo de venda.
—Deja esto como por dos semanas para que no le dé sol y no se vuelva una cicatriz grande y fea.
—Gracias —Leo se levantó, dispuesto a ir al baño a cambiarse, cuando sintió un apretón en el hombro que le hizo volver a sentarse —. ¿Qué pasa?
—Leo —su hermano se sentó a su lado—. ¿Hay algo que quieras decirme?
Demonios, pensó, él no sabe que yo andaba por el cuarto de los espejos . Rápido, hazte el menso.
—No sé a qué te refieres.
No tan menso, Leonardo.
—¿Pues de qué más tendríamos que hablar? Quiero que me expliques que diantres hacías allá.
—Nada. Solo estaba hablando con Xóchitl y Teodora.
—¿Sobre...?
—No seas metiche, Nando.
—¿Cuánto quieres apostar a que les estabas preguntando de qué me habían dicho sobre ti?
Me lleva la que me trajo.
—Chisguete, sabes que no me gusta que me ocultes cosas, ¿verdad?
—No te estoy ocultando nada —Leo protestó, soltándose del agarre de su hermano y recostándose en la cama, dándole la espalda. Tenía que admitir que estaba actuando de una forma muy infantil, como si quisiera hacer una rabieta para que Nando lo dejara en paz.
El del pañuelo se llevó las manos a la cara, gruñendo.
—Leo, yo sé que ninguno de ellos sabe lo de la abuela. Y no quiero ser yo el que se los diga.
—Ni se te ocurra. Te haré la vida imposible.
—¡Uy, el Chisguete me está amenazando! ¡Miren qué miedo tengo! —Nando bromeó —. Por suerte para ti, no pensaba hacerlo. Pero Xóchitl y Teodora... Ellas eran sus amigas.
![](https://img.wattpad.com/cover/330896141-288-k61835.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Las Leyendas: Caos de los Espejos.
FanfictionHan pasado unos cuantos días desde que Leo San Juan y su equipo volvieran a Puebla. Ahora, estaba tratando de darle un nuevo rumbo a su vida. No obstante, una tarde decide ingresar nuevamente a la Vieja Casona, donde todo había comenzado. Lo posteri...