Parte 4

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En el momento en que se abrió el portal sin que él ni Eva tuvieran algo que ver, Chimo entendió que no iba a ser un día normal.

Llevaban dieciséis años intentando volver a abrir el Espejo de la Vida y la Muerte. Dieciséis años desde que Finado y Moribunda dejaron el mundo de los muertos. Dieciséis años desde el encuentro con la criatura /La Fuchicosa. Dieciséis años desde que sus vidas cambiaron por completo.

Chimo se decía a sí mismo que esto se hacía por Aniceto, quien no se pudo haber despedido formalmente de sus hijos y, desde la fecha, andaba muy desanimado. Puede que las calaveritas fueran bastante traviesas y que les gustara sacarle más arrugas de las que debería tener, pero eran sus niños, y la vida (muerte) era muy aburrida y desoladora sin un poco de caos.

No obstante, una parte de su conciencia le decía que también lo motiva finalmente encontrarse con su hermanita. ¿Seguiría con vida? Debería: Xóchitl siempre gozó de buena salud y era muy precavida. Desde pequeña ya sabía reconocer varias enfermedades y sus posibles analgésicos o curas. Además, en el caso de que ya estuviese muerta, debería estar en el Mundo de los Muertos con él, o en ese Cielo que decían los señores y amos a dónde las almas de los difuntos descansaban.

No, de seguro seguiría con vida, teniendo un bello jardín de flores como ella quería y rodeada de su descendencia.

Sin embargo, abrir el portal no era trabajo sencillo. Durante la pelea entre Eva y Moira, el códice perdió su esencia para conectar ambos mundos. La recuperación de su energía tardaba varios años, y aun así estuviese completo, no estaban seguros de que fuera suficientemente estable para aguantar por un tiempo mayor al de años atrás, ya que buscar a las calaveritas y a la criatura tardaría un rato. La última vez apenas duró lo suficiente para que Eva y Chimo escaparan.

Añadiendo a lo anterior, ninguno conocía la existencia de otra forma para cruzar el espejo que fuera conocido por los muertos. Siempre fue el códice y nada más. Los poderes de Eva no podían hacer mucho. Menos podría los conocimientos de magia y alquimia de Chimo.

Pero, en ese momento en que se abrió sin que ninguno de los tres moviera un dedo, Chimo supuso que tal vez si existía una forma en el mundo de los vivos.

—¡Eva! ¡Aniceto! —gritó —. ¡Vengan! ¡El portal se abrió!

—¿Qué? —la chica estaba creando una flor gigante para practicar sus poderes, mientras que el alebrije la observaba.

—¡Pero qué cosas dices, muchacho!

—¡Se abrió, se los juro!

Sus dos amigos se acercaron a donde estaba y confirmaron con sus propios ojos que el portal estaba abierto y con un torbellino.

—¿Cómo pasó?

—No tengo idea.

—Tal vez algo en el mundo de los vivos lo hizo —Aniceto añadió —. Cómo cuando la criatura llegó. Aunque Moira también tuvo algo que ver: ella fue la que estaba abriendo el portal. La criatura solo aprovechó y lo cruzó.

—Sea lo que sea, el portal está abierto. ¡Significa que podemos ir a ver a Finado y Moribunda! —Eva sonrió.

Pero Chimo no compartía su entusiasmo.

—No lo sé, Eva. No sabemos cómo se abrió. Podría ser peligroso.

—Quizá, pero también podría ser nuestra oportunidad. Lo que sea que lo abrió en el mundo de los Vivos podrá hacerlo después. Ándale, ¿Sí? —lo miró detenidamente, causando que el fantasma se pusiera un poco tenso y ruborizado.

Las Leyendas: Caos de los Espejos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora