Xóchitl se desplomó en su cama, soltando el listón que tenía en el cabello. Chimo se sentó a su lado, retirándole algunos mechones de la cara con delicadeza. Su hermana le sonrió con ternura. La mano de su hermano, por muy fría que estuviera, le daba un aire de seguridad y protección. Igual que cuando estaban vivos.
—No sabes cuánta falta me hiciste —Chimo murmuró —. Pensé que nunca te volvería a ver.
—También te extrañé. Las cosas fueron muy difíciles sin ti al principio —Xóchitl pegó el rostro más contra su mano—, pero yo pensé que... Tú seguías aquí. Ya sabes... —no quería terminar la frase.
—Con vida —Chimo sonrió con tristeza —. Las cosas fueron muy complicadas cuando nos separamos, Xóchitl. Aún tenía muchos problemas que resolver con esos señores que conocían nuestros padres.
—Pero... No fueron ellos lo que te dejaron así, ¿Verdad?
—No. Para nada. Una enfermedad. De esas que traían los europeos en sus barcos —la voz de Chino se suavizó —. Estuve muchos días en reposo. Incluso me dejó paralizado un pie. Creo que fue mejor morirme a vivir con eso...
—Lo siento tanto —la chica ahogó un sollozo. No se podía imaginar por el dolor y la soledad por la que tuvo que pasar su hermano en sus últimos días—. Debí quedarme contigo.
—No, no. Tú necesitabas algo mejor, pero siento que no fue así —Chimo respondió, haciendo hincapié en el aspecto juvenil de su hermana.
—Ah, sí —Xóchitl sintió su garganta cerrándose—. Un Nahual malvado tomó el cuerpo de una mujer y acabó con todos en la casona para completar un ritual. Por eso estoy atrapada en este mundo. Fue mala suerte, creo. No puedes prevenir cosas así —tomó aire —. Han pasado años. Ya no me afecta.
—Dios mío —Chimo quedó horrorizado. ¿Su hermana había sido asesinada? ¿Tanto había luchado para sacarla de la aldea para evitar que la maltrataran o la violaran y ese fue el destino que tuvo? —. Xóchitl...
—De verdad, Chimo. Fue hace sesenta años—ella intentó restarle importancia, pero la mirada de dolor e incredulidad le partieron el corazón —. Eso ya no...
La frase quedó incompleta, puesto que Chimo se acostó a su lado y la abrazó. Xóchitl enterró la cabeza en su pecho y envolvió sus brazos alrededor de la cintura de su hermano. No se iba a permitir llorar. No dejaría que el recuerdo de esa tragedia la mortificara. Cerró los ojos con fuerza para que las lágrimas no encontraran camino.
—Xóchitl... Como lo lamento... —Chimo le susurró, acariciándole el cabello —. Tú menos que nadie merecía pasar por todo eso.
Ella no dijo nada. Solo se dejó consolar por su hermano. Anhelaba su compañía. Leo, la niña Teodora y el resto eran muy importantes para ella, pero Chimo era su hermano, su sangre. Él mejor que nadie la conocía. Él era su lugar seguro.
—Pero ahora que estamos juntos, no dejaré que te vuelvan a lastimar. Sea lo que sea.
—Pero tú ya estás en el más allá...
—No me importa. No me separaré de ti otra vez. Todo este tiempo tú aquí...
—Estuve bien acompañada, Chimo —ella lo tomó de la mano, queriendo tranquilizarlo —. La niña Teodora, las calaveritas, don Andrés y los alebrijes son muy buena compañía. Aún si les gusta sacarme las canas que no me salieron en vida —rio suavemente y le escuchó un resoplido a su hermano—. Leo y su hermano también. Los nueve ya hemos tenido nuestros ratos.
—Siento que en especial ese muchacho —Chimo alzó una ceja.
Xóchitl sintió la cara caliente.
—Pos es que Leo y yo hemos sido muy cercanos desde que nos conocimos...
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Las Leyendas: Caos de los Espejos.
FanfictionHan pasado unos cuantos días desde que Leo San Juan y su equipo volvieran a Puebla. Ahora, estaba tratando de darle un nuevo rumbo a su vida. No obstante, una tarde decide ingresar nuevamente a la Vieja Casona, donde todo había comenzado. Lo posteri...