Cap 1: El hombre

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En el aeropuerto, luego de bajar del avión, un hombre claramente mayor se encontraba comiendo un pan de salchicha relleno con mermelada de fresa, en medio de la sala de espera del aeropuerto, daba grandes mordiscos, pero su mirada no parecía enfocada en el presente, ni disfrutando del pan, más bien, parecía distraído en los aviones que iban y venían, viéndolos desde la gran ventana, la nieve caía delicadamente sobre la pista de aterrizaje, pero poco después apartó su vista de ellos y miró a las personas que pasaban por su delante, luego a los de su alrededor, repentinamente su vista se posó en algunos pasajeros que eran recibidos con abrazos y besos por sus familias; solo se quedaba mirando la escena sin reacción, mientras se acababa el pan, los vio irse felices, llenos de emoción.

Llevaba puesto ropa de invierno: un gorro de lana azul, al igual que una bufanda roja, una casaca acolchada beige, unos gruesos pantalones marrón oscuro y para complementar guantes de cuero color naranja. Era necesario algo abrigador para el clima de esa época del año; ya había pasado muchas horas parado observando el ambiente, luego de terminar su desayuno, que era el pan de mermelada, agarró su maleta y cruzó por todo el lugar hasta llegar afuera del edificio e hizo una señal para pedir un taxi.

Subió y miró por la ventana mientras se alejaba de su anterior posición, pasaba con sus ojos a los peatones de la ciudad, estaba oscuro, así que las luses brillantes de los edificios y fosforescentes de las tiendas daban un toque de color a esa fría noche de invierno.

Llegando a su destino salió del auto y pagó el servicio.

Lo había dejado delante de la entrada de un enorme hospital, al parecer era uno de los caros, donde te servía comida de calidad y alargaban, se supone, tus últimos momentos de vida, solo los más ricos se podían permitir esos lujos.

Solo admiró un momento la masiva cantidad de pisos que rivalizaba con un rascacielos y la magnificencia del lugar digno de su reputación, para luego ser llamada su atención por una viejita, que se encontraba vendiendo al lado de la puerta giratoria del Hospital; flores, mejor dicho, ramos de flores, eran muy hermosos y al mismo tiempo simples.

Pudo ver que varios transeúntes le compraban y una que otra persona emocionada después de comprar se adentraba en el hospital.

Decidió acercarse con la intención de adquirir alguno de esos bellos ramos.

Al estar más cerca, pudo notar la gran variedad de ramilletes, colocados cuidadosamente sobre una manta rosada en el piso, la variedad era de admirar; desde claveles y rosas, margaritas y flor de nubes, incluso tulipanes, girasoles y azucenas.

- ¿Qué desea comprar, señor?

Preguntó amablemente la señora.

- ¿Son acaso para un familiar?, le sugiero que compre estas margaritas – dijo ofreciéndole un ramo lleno de ella – dan felicidad y buena salud

No sabía si era cierto o no tales afirmaciones, no conocía el verdadero significado de las flores, no eran de su interés.

- No, muchas gracias, pero... ¿tiene flores para un muerto?

- ¿Eh?

- No, no, no, mejor dicho, para un casi muerto

Desastre de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora