Cap 4: Hola abuelo,... adiós papá

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- ¡PAPÁ!

Un joven muchacho entró abruptamente a la habitación sorprendiendo a ambos hombres.

Estaba alterado, su traje azul estaba desordenado, su cabello marrón oscuro totalmente alborotado, pequeñas gotas de sudor resbalaban de su sien, su bonito rostro estaba rojo de haber corrido todo el camino hasta el cuarto de hospital reservado para su padre.

Sin embargo, aquel chico se fijó en la figura que se encontraba parada a lado de su papá, de inmediato reconoció a la persona frente a él, a pesar de su cabello ahora grisáceo, los levemente pronunciados surcos en su rostro, esos ojos rasgados que no mostraba expresión alguna, esa imagen había sido garbada en su mente desde la primera vez que los vio.

- Abuelo Lenins

- ¿Jun? – miró de reojo a su hijo - ¿es él quien pagó la habitación?

Daniel solo alcanzó a asentir débilmente.

- Debe de ganar mucho dinero para poder permitirse estos lujos

- Abuelo, esto es una sorpresa, ¿no sabía que vendrías? – dijo el chico nombrado como Jun, acercándose al lado de su abuelo

- Y a mí me sorprende que aún me recuerdes, eras un niño de 6 años cuando me viste por última vez

- Ja, nunca olvidas a la persona que te enseño a degollar un pollo

- ¿Y sigues haciéndolo?

- Cada navidad.

- Estoy complacido.

- Ja, ja

Pero luego de esa amena charla volvió a su mente la razón de estar allí.

- Papá, ¿cómo te sientes? - inmediatamente cambió de ánimo, su semblante se transformó a uno lleno de dolor al ver a su padre en ese estado - lamento venir tan tarde el trabajo no me soltó ni un segundo...-su rostro se ensombreció por unos segundos para luego recomponerse y seguir hablando - vine lo más rápido que pude, cuando recibí el llamado del hospital, ¿Qué es lo que quieres decirme?

El anciano notó el ambiente solemne de las palabras siguientes que le estaba por decir su hijo a su nieto así que tomó acción.

- Los dejaré solos – dijo dando unos pasos hacia atrás – estaré esperando fuera, no me iré, hablen lo que tengan de hablar.

Y con esa última frase salió y cerró la puerta tras de él.

Cuando su abuelo dejó la habitación, Jun se acomodó al lado izquierdo de la cama del hospital, junto a la ventana que mostraba la ciudad nocturna.

Su padre lo miró con cariño, sus ojos llorosos no tenían cabida para el amor por su único hijo, lo único que le quedaba de su único amor.

- Jun – su voz temblaba y con las pocas fuerzas que tenía levantó su mano para acariciar la cabeza de su hijo – lamento hacerte pasar por esto

- No papá, para nada, no es problema, te recuperarás y todo volverá a ser igual, iremos de campamento, comeremos brochetas de piña, todo será como antes, cuando te recuperes

Sus ojos llenos de ilusión y esperanza eran como dos estrellas en el firmamento.

- Oh mi Jun... no creo que eso pueda ser así

- ¿Qué?

- Jun

Las fuerzas de Daniel lo abandonaban, su mano resbaló de la cabeza de su hijo, pero fue atrapada por ambas manos por este quien apretó con fuerza.

- Hijo, lo siento

- No, papá

Las lágrimas que se formaron tras estas palabras rodaron por sus mejillas, el dolor en su corazón era tortuoso, como si lo apuñalaran una y otra vez, sufría por cada aliento que su padre daba para permanecer con vida, temiendo que el siguiente fuera el último.

- Tu abuelo cuidará de ti, confía, puede que sea un poco apático, pero nunca rompe una promesa – en su último aliento sólo pudo llegar a decir – te quiero hijo.

BIIIIIIIIIIII

Escuchó el sonido de la máquina, la mano que reposaba en su mejilla había perdido su agarre, se quedó allí unos minutos, sintiendo como su tacto se volvía frío.

Desastre de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora