Cap 6: Sin comida, Super y betas

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Les entregaron las cenizas del difunto al día siguiente.

No hubo funeral, ni velatorio, Daniel nunca quiso nada de eso, deseaba que su muerte no torturara a su hijo y no molestara a su padre, que veía un dolor de cabeza el hecho de enterrar y escuchar un sermón de varias horas por alguien que ya no estaba ahí.

Su padre jamás le enseñó a creer en algo, solo le decía que confié en el mismo y siempre, recalcaba, siempre tenga un plan B.

Jun tenía los ojos hinchados de tanto llorar la noche anterior, e incluso una que otra lagrimita le traicionaba a veces, así que, Lenins tuvo que conducir de vuelta a la casa de su nieto para no chocar, y porque Jun no se encontraba en condiciones de hacer algo por ahora.

La dirección que le dio lo dejó frente a una gran mansión de muros blancos y de una moderna arquitectura, para entrar solo les obstaculizaba unas grandes puertas de hierro color marrón, tenían que pasar por el escaneo de seguridad, era un código de ocho dígitos, obviamente Lenins no los sabía, así que le pasó la voz a su nieto que se encontraba recostado sobre la ventana con la mirada perdida en el horizonte.

- Jun

Lo sacudió del hombro.

- ¿Eh?

- Dime el código, la puerta no se abre sin autorización del propietario

- ¡Ah! – reaccionó un poco aturdido a las palabras de su abuelo – sí, disculpa, es 01501035

Lenin presionó cada uno de los números dictados por su nieto en la pantalla, que cambió de color dejándolos pasar al abrir la entrada.

Estacionó el coche en el garaje, bastante amplio, e ingresaron a la casa, Jun se dirigió directamente a su habitación junto con la urna de las cenizas de su padre, caminaba con desgana y sin fuerzas; Lenins lo dejó ser, no estaba de ánimos para confortar a un joven en depresión.

- Ni por la muerte de mi padre estuve así

Después de que Jun pasará por el pasillo y se adentrara a una de las habitaciones, Lenins quedó solo, miró de un lado a otro la sala, era realmente muy bonita para su gusto, sentía curiosidad y quiso explorar la casa.

Pasó por el baño, el comedor, la cocina, los cuartos, había cuatro, uno de Jun, al cual no entró, el del difunto, y dos para invitados; las camas eran amplias, se acostó en una la cual convertiría en su habitación.

- Si tuviera que vivir aquí el resto de mi vida no me importaría

Dijo disfrutando de la suavidad de la cama.

- Fue un viaje agotador de doce horas, ¡no pude dormir en el avión! – dijo fastidiado – yo no duermo en ningún sitio que se mueva o sienta que se mueva

Suspiró.

- Malditos hábitos de guerra

Sin embargo, repentinamente, el gruñido de su estómago le llamó la atención.

Ahora que lo pienso, no he comido nada desde ayer que bajé del aeropuerto

Suspiró.

- Me prepararé algo con lo que halla en la cocina

Dijo para posteriormente bajar de la cama de un salto y dirigirse al lugar mencionado.

Con una sonrisa, abrió el refrigerador emocionado, pero, cuando vio el contenido, quedó estupefacto.

- ¿¡No hay nada!?

Vacío.

El refrigerador era un desierto de la alimentación, apenas unas botellas de agua se acomodaban en ese espacio.

Desastre de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora