Capítulo catorce/ Mucha altura = Mucha Adrenalina.

106 7 2
                                    

Desde lejos las cosas se pueden apreciar mejor.


Isabella.

- Paracaídas y saltar en bungee- papá repite lo que dije-. Ni sueñes que iré a reconocer tu cuerpo si no se abre el paracaídas y toda tú explote por el impacto.

- ¡Papá!

Ayer en la noche he estado sin dormir por mentalizarme que todo estará bien para que llegue este hombre y arruine todo.

Vamos de camino al centro de paracaidismo de la ciudad, no quise mencionarlo con mamá porque estoy segura que pensaría que me iría a suicidar desde un avión, aunque ni yo estoy segura de que se abrirá el paracaídas, y lo más lindo es que también escogieron para el mismo día saltar en bungee; si mis órganos no salen por mi boca es porque están bien pegados a mi querido cuerpo.

- Lo digo en serio, eso se lo dejaré a tu madre- se detiene y piensa algo unos segundos-. Aunque pensándolo mejor, si sabe que fui cómplice en la muerte de nuestra hija me matará también. Tendré que explicarle que tú me sobornaste.

- Con dejarte mis porciones de postre.

- Por una semana, no lo olvides.

No demoramos muchos en llegar al centro de paracaidismo y tampoco mi corazón se demora en martillear mi pecho.

- Ten, por lo que más quieras, mucho cuidado. Y hablo en serio, Isabella. Presta mucha atención a lo que diga los instructores.

- Sí, créeme que si lo haré- digo esto bajándome del auto.

- ¡Dile a Emma y a Cameron que escojan otros sueños!

Grita desde la venta a medida que se aleja. Y qué tanto, se hubieran inyectado epinefrina si lo que quieren es sentir adrenalina. No he hablado del todo con papá, pero en partes sabe que lo que hacemos es cumplir nuestros sueños, no puso objeciones y tampoco preguntó mucho.

Me dirijo al guardia para preguntarle sobre dónde dan las charlas antes de saltar y me señala un pequeño salón que hay a un costado. Camino hasta allí mirando los aviones que hay en las pistas. Son más tipo avionetas, distingo a una pareja que se ven felices subiendo a una antes de que despegue, yo que ellos no estaría tan contentos si supieran que sí hay probabilidades del que paracaídas no salga de la mochila o que se rompa.

Al entrar distingo que mis amigos ya están ahí y varias personas más, seguro que adictas a la adrenalina.

Hay doce sillas separadas en filas de tres en tres; busco un lugar libre y distingo uno que hay en la tercera fila. Dylan e Ivy me guardaron lugar, pero cuando los saludo, noto que hay un poco de enojo en el ambiente por parte de él (lo de nunca), tomo asiento entre ellos dos y miro a Ivy en busca de explicación. Veo en su cara algo de ¿arrepentimiento? No quiero reír, pero es parecido a cómo sucedieron las cosas con Emma y Cameron.

Llega una chica y nos informa que va a ser quien nos explique algunas cosas básicas e importantes antes de hacer paracaidismo. No se me escapa nada de lo que habla, no es que tuviera miedo a las alturas, pero a la altura del techo de mi casa y no a cientos y cientos de kilómetros del suelo.

Habrá dos aviones, tres personas para cada uno. En uno iremos Jake, Emma y yo y en el otro los demás chicos.

El instructor que me acompañará es un hombre de unos 30 años, bastante simpático y muy conocedor de mis miedos muy notables.

Nos subimos a la avioneta y cuando despega quiero gritarle al piloto "¡detén esta cosa o disparo!" pero no tengo nada con que amenazar y no soy así de salvaje.

Cumpliremos Nuestros SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora