1. Buenas noches, mucho gusto, eras un chico más

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Chanyeol se había cansado de discutir con sus amigos, a veces, se preguntaba si realmente él era el jefe. Ese par nunca le obedecía, pero, después de todo, eran los únicos amigos sinceros que tenía.

Jongin prácticamente creció con él, y ahora era el Asesor Jurídico de su empresa, ya que manejaba su propio Bufete de abogados. Por otro lado, a Sehun lo conoció en la empresa, llegó hace casi veinte años como un joven pasante lleno de sueños y aspiraciones; congenió rápido con el joven Chanyeol de esa época y se convirtieron en grandes amigos. Habían trabajado hombro a hombro para hacer de la pequeña empresa de su familia, el gigante comercial que era hoy en día, por eso, era su mano derecha y tenía su entera confianza.

Siendo las cosas de esa manera, por más que quisiera, no podía enojarse con ellos y menos cuando el motivo de discusión era el plan que ellos tenían para celebrar su cumpleaños número cuarenta. Claro, el alto no podía reconocer frente a sus amigos que le traumaba la cifra, y por eso no quería festejarlo. Llegar al cuarto piso generaba sentimientos encontrados en su persona, por una parte, estaba en la plenitud de su vida profesional, era ampliamente reconocido por su talento y sus logros, teniendo más dinero del que podría gastar en tres vidas.

Por el otro lado, su vida personal era un desastre, aunque siempre lo negara frente a los demás, no podía mentirse a sí mismo, realmente comenzaba a sentirse solo y a pensar que los años le estaban pasando sin encontrar a alguien que valiera la pena para establecerse y tener sus herederos.

Empezaba a cuestionarse si había valido la pena el estilo de vida que había llevado, si él muriera ahora, no habría nadie de su sangre que heredara su fortuna, siendo hijo único y con sus padres muertos, seguramente, sus bienes serían para sus amigos, alguna caridad o buitres extraños que se encargarían de adueñarse de todo.

Esta clase de pensamiento lo estaba consumiendo últimamente, aún era joven, es decir, aún podía casarse y tener hijos, aún podía encontrar a una bella mujer que le diera hermosos hijos, que se dedicara a su cuidado y lo esperara en casa con una deliciosa cena, sí, eso sonaba como una buena opción.

Seguía siendo un hombre apuesto, lo sabía, era alto, se ejercitaba y había construido un excelente cuerpo; tenía facciones masculinas y definidas, pero sus ojos grandes y sus orejas peculiares, siempre le habían dado un aire infantil que ahora lo hacía parecer mucho más joven. Se cuidaba mucho en su alimentación y gozaba de una excelente salud.

Viéndolo de manera objetiva, era un excelente prospecto de hombre, entonces, ¿por qué era tan difícil encontrar a alguien que lo amara? Esa siempre fue la pregunta del millón. A veces lo atribuía a su mal carácter, era muy exigente, tenía poca paciencia y le gustaba que lo obedecieran.

En su juventud fue bastante romántico, pero, con el tiempo, se fue cansando de eso, se había vuelto más práctico, podía salir con las modelos o actrices más famosas, los donceles más hermosos, tener una relación corta, disfrutar de sus cuerpos y su compañía, y luego, al darse cuenta de que bajo esos hermosos rostros no había nada más interesante, él simplemente se alejaba.

Tal vez ese era el problema, no había encontrado a nadie que lo hiciera sentir pleno, que le atrajera física y mentalmente, y a estas alturas, ya estaba convencido de que eso era una fantasía y que nunca iba a aparecer una persona así. Solo debía buscar alguien que le atrajera, con quien pudiera disfrutar de un buen sexo, que tuviera una personalidad sumisa, para que no chocara con su carácter dominante, y eso era todo.

No podía aspirar a un amor épico, ya era muy tarde para eso, simplemente debería pensar en la practicidad y encontrar una compañía compatible para pasar lo que le quedaba de vida y tener hijos. Porque si de algo estaba seguro, era de que deseaba un heredero.

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