CAPÍTULO 1 "La cita"

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17 años:

NARRA HIPO:

- ¿y tu que? - Me preguntaba Astrid, mientras se ponía pintalabios. Ella iba con un vestido corto blanco y de manga corta, con un cinturón en medio marrón.

- ¿Yo que? - Pregunté confundido.

- Que si tú no sales hoy. - Me dijo dejando el pintalabios en su mesita de noche y sentándose al lado mío de la cama.

- A bueno, sí que salgo. - A ella se le cambió la cara por completo a una cara de Alegría descomunal. Hacia mucho tiempo que no me relacionaba con nadie. Solo con ella o con mis amigos. En cambio Astrid salía mucho a la busca de su novio perfecto y no viene de ahora, de pequeño también lo hacía. Decía que quería buscar a su príncipe ideal. Ella siempre fue muy romántica, y si os imagináis la de películas románticas que me he tenido que tragar por ella.

- !Eso esta genial Hiccup! - Me decía casi dando saltitos en la cama. Su alegría ponía contento a cualquiera.

- Si, la verdad que si. - Le dije yo también sonriendo.

- ¿Y como se llama? Quiero detalles de todo. Sabes que tiene que pasar por mi visto bueno.

- Se llama Celia, vive a dos cuadras de aquí, ojos azules, pelo castaño claro, estudia bachillerato científico y...

- Ya está Hiccup. Me vas a decir hasta lo que desayuna cada mañana. - Decía riendo.

- Si, perdona. - Dije riéndose con ella.

Ella me miro de arriba abajo y puso una cara de asco.

- ¿Que? ¿Que me miras con esa cara?

- ¿No pensarás ir así no? - Me dijo señalándome.

- ¿Que le pasa? - Dije ampliando mis manos y mirándome. Yo iba bien.

- ¡Por dios Haddock! Vas en chándal.

- ¿Y? - pregunté poniendo la misma cara que ella, sabía que lo de imitarla le molestaba.

- Agsh no se que harías sin mi. - Me dijo poniendo una mano en su cabeza.

- Espérate aquí ahora vuelvo. - Ella se fue de la habitación dejándome totalmente confundido.

Al cabo de minutos vino con una camisa blanca y unos tejanos negros. Serían de su hermano ya que tiene tan solo dos años menos que nosotros.

- Astrid. No pienso ponerme ropa de tu hermano. - Comenté poniéndome de brazos cruzados.

- Si, si que lo harás. - Me dijo dejando la ropa en la cama.

- ¿Y si no que? - Pregunté

- Té pegaré. - Me respondió con amplia sonrisa. Ella me abrió los botones de la camisa y me la dio desabrochada.

- Esta bien, tú ganas. - Siempre ganaba.

- Si eres tan amable, te puedes dar la vuelta. Me voy a cambiar. - Le dije.

- Oh si, perdona. - Dijo y se giró. Yo sonreí.

Cuando me cambié, me sentía extraño. Casi nunca había usado camisa, solo en días muy importantes. Me fui al espejo de su habitación a mirarme.

¿Amor? O ¿Amistad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora