-¿Qué me estás pidiendo?
-Que vuelvas.
(T/n) Holleman ha decidido olvidar Skopelos y a sus amigos. Decide rehacer su vida más allá de la isla griega y olvidar al que era el amor de su vida, por el bien de él y de ella misma tras el fatídico accident...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Llegar a Skopelos resultó ser más complicado de lo que (T/n) esperó. Por un lado, no tenía ni idea de que había que ir en barco, y tampoco había caído en que tendría que pedirlo en griego, y que extender la mano con los dedos abiertos suponía el peor insulto que podías llamarle a un griego. Además (T/n) se aseguró de sonreír alegremente ante el gesto ofensivo que le dirigió al conductor de la lancha motora que se ofreció a llevarla a Skopelos, tras un largo y exhaustivo viaje que le costó bastante dinero pagar.
Sorprendentemente, lo más difícil no fue llegar a la isla, sino llegar a la casa y comprobar que efectivamente, sus vaqueros azules ya le estaban mordiendo los muslos con las costuras, y se arrepentía enormemente no haber tomado las palabras de Tanjiro en serio. Pero, ¿Podría alguien culparla? Tanjiro era conocido por exagerar cuando algo le preocupaba. Cuando estaba nervioso por llegar tarde; Tanjiro era capaz de levantar de la cama a toda una casa tres horas antes de lo que fuera que tuvieran que hacer.
Podía resultar amigable y relajado en el exterior, pero a veces era meticuloso hasta para lo más insignificante. (T/n) Halloran tenía todas las razones del mundo para dar por hecho que Tanjiro exageraba cuando decía que hacía calor en abril, sin embargo, podía sentir una gota de sudor bajar entre sus omóplatos y sus hombros estaban rogándole que se diera una ducha y que se echara protector solar, algo que ella había olvidado traer.
Una ama de llaves la paró justo antes de que pudiera pensar si quiera en buscar a Tanjiro, su teléfono móvil no tenía cobertura allí, y tampoco tenía datos móviles, el mensaje que le había escrito a Tanjiro sobre que ya había llegado tardaría al menos cinco minutos en enviarse.
⠀⠀⠀-¿Usted quién es?
⠀⠀⠀-Soy... Ah... Soy (T/n) Holleman.
La ama de llaves estaba preparada para subir su ceja canosa y fina dijera lo que dijera la joven. Tenía el tipo de mirada intransigente que no iba a permitir que nadie entrase al imperioso chalet que tanto le había costado barrer esta mañana.
⠀⠀⠀-Vengo por... Por lo de la boda.
⠀⠀⠀-La boda es en julio, señorita.
(T/n) no quería sacar a relucir que había sido Tanjiro quien la había llamado. No quería sacar la carta arrugada y doblada del bolsillo para enseñárselo como si fuera algún tipo de diploma o salvoconducto para pasar a través de un castillo encantado custodiado por un dragón.
⠀⠀⠀-Soy una amiga de la familia.
Eso no era del todo verdad después de todo, pero (T/n) a estas alturas solo quería quitarse al ama de llaves de encima y correr en la dirección que fuera. Y ducharse, por supuesto. Daría su vida por una ducha ahora mismo. Qué demonios. Daría su vida por que le tirasen un vaso de agua a la cara ahora mismo.
⠀⠀⠀-¿El novio o la novia?
⠀⠀⠀-El herman-...
Una cesta de verduras se precipitó hacia ambas, y (T/n) quedó cubierta de tomates, aceite de oliva y pepino cuando se dio cuenta de que el ama de llaves se había apartado justo a tiempo para reírse de ella desde arriba, la joven iba a gruñir cual perro rabioso una vez se levantara del suelo cuando la voz de Tanjiro sonó detrás de ella, con un tono preocupado.
