5 Momentos en los que Dean Winchester se comportó extraño ||Destiel||

4º Cambios de humor

Algunos días habían pasado desde que Castiel había hablado con Sam, y el pobre hombre no podía creer la gran mala suerte que había tenido de estar vivo y presenciar semejante "milagro" de la naturaleza.

No quiso pedir explicaciones sobre como Dean había llegado a ese estado por unas cuantas razones.

Primero, porque seguía en negación —él esperaba que todo fuera una bella mentira y que Dean realmente hubiera vendido su alma a algún demonio de poca monta por unas papas fritas—; segundo, porque tenía la vaga idea de los procesos necesarios que Dean había completado para quedar en ese estado. Y tercero...

Porque si todo eso era cierto, Sam estaba más que seguro que la vida de los tres cambiaría tan radicalmente como aquella vez en donde Azazel había aparecido para cambiar el panorama.

Era tan difícil mantener la calma mientras le daba vuelta a esos pensamientos, por lo que trataba de aislar esa opción y tratar de buscar otras alternativas.

Pero no quería ser él quien decidiera por su hermano.

— Dean —Castiel llamó. El silencio entre los tres era evidente y demasiado incómodo—. ¿Estás bien?

Dean colocó los ojos en blanco.

— Sí —respondió tajante—. Por supuesto que estoy bien.

— Ah. Entiendo.

Y pues, ese era otro factor que se había sumado a la gran carga de sinsentidos que estaban afectando a Dean. Sus cambios de humor tan repentinos.

*

*

Cuando Castiel llegó al motel esa noche, Dean estaba dormido como un tronco. Sam y Castiel debatieron durante unas horas sobre lo que ambos sabían, y después de un largo rato tras llegar a la conclusión —que Sam no aceptaba—, Dean se levantó. Se veía cansado, pero con mucha diferencia a lo habitual. Sus movimientos eran lentos, como si siempre estuviera dentro de una enorme bruma del sueño, y su rostro se veía demacrado; Castiel no podía negar que incluso su bienestar biológico se sentía más apagado, pero que una pequeña fuerza sobrenatural se sentía emanando de él.

Dean se sentía confundido, pero se había alegrado de ver a Castiel después de su tiempo de ausencia. Eso no pasó desapercibido para Sam, más que nada porque ahora que había entendido muchas cosas. Los pequeños detalles que se había perdido comenzaban a aparecer en su radar, y eso, más que hacerlo sentir asqueado, le hacía sentir como un tonto.

¿Cómo no se había dado cuenta de lo evidente?

Ridículo, ¿no?

No obstante, no podía seguir ocultándole las cosas a Dean, no después de que Dean lo hubiera confrontado ese mismo día unas cuantas horas antes. Así que, con toda la incomodidad comparable a la de un padre que tiene que hablar de ciertos temas con su hijo, Sam se sentó a hablar con Dean acerca de lo que Castiel y él habían hablado. 

Sobra decir que la expresión de Dean cambió mientras escuchaba las palabras serias de su hermano menor, y tras pasar por todos los estados de ánimo que iban desde la burla hasta la vergüenza, Dean se acentuó también en la negación. Él era un hombre biológicamente, e incluso teniendo pocos conocimientos de la medicina, sabía que eso que le decían era imposible.

«Pero también es imposible que los ángeles y demonios caminen entre nosotros» había dicho Sam. Y pues, él tenía un punto.

Sin embargo, Dean no quiso reconocerlo. Así que desde ese día, se había enfurruñado como un adolescente impertinente y estaba en negación. 

Castiel, por otro lado, estaba muy preocupado por como la salud de Dean se podía ver afectada a todo esto. 

Los Nefilims fueron una legión de criaturas sumamente duras de exterminar por lo fuerte e impredecible de su carácter. Las mujeres mortales que habían dado sus vientres para gestar a semejantes seres morían después de dar a luz; ellas no podían soportar la fuerza celestial en sus cuerpos de carne y hueso, y tampoco estaban hechas para soportar el poder que irradiaban sus hijos a través de ellas. Aunque nunca hubo casos de que un hombre tomara relevo en la gestación, Castiel estaba abierto a todo tipo de pensamiento que pudiera ayudarlo a conllevar este tipo de situación en la que se encontraban.