Capítulo 16. Las historias son ciertas

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Christell caminó sin parar. Había caminado por más de cuatro horas; era mucho más rápida de lo habitual. Sus recuerdos invadían su mente. Llegó a la entrada de una caverna, la cual tenía un aspecto que le resultó familiar, en su mente, sabía que ya la había visto antes y se internó en ella. No sabía el motivo de ir ahí, pero algo le decía que debía entrar. Mientras más bajaba más se iluminaba aquella cueva. El camino se hacía más angosto, la salida parecía estar cerca, la luz era más intensa y tuvo que arrastrarse para poder salir por una pequeña abertura.

Al salir no creía lo que ante su vista apareció, vio casas construidas sobre árboles, en el suelo hombres con alas y en armaduras, parecían entrenar, aquello parecía una ciudad de hombres con características de aves. Un hombre de apariencia imponente, llegó con rapidez volando hacia ella, el aire que se produjo con el aleteo, revoloteó su cabello. Las alas de aquel hombre eran doradas, él se asemejaba a un águila y aterrizó apuntando con una espada al pecho de Christell, ella se sobresaltó y dio un paso atrás, él la observó por un momento.

—Jamás olvidaría esos hermosos ojos azules —dijo el hombre, se quitó el casco y bajó su espada. Dio un paso hacia ella—. ¡Has vuelto!

Christell reconoció al hombre por sus recuerdos.

—¡Mahan! —lo vio con incredulidad, sus ojos se humedecieron y se echó a sus brazos—. ¿Cómo es posible? Estás aquí, con vida.

—Todo es gracias a ti.

—¿A mí?

—Ven conmigo, te contaré todo, pero antes debemos anunciar tu llegada, y después te explicaré cada detalle, así como en cada una de tus vidas.

—¿Mis vidas?

—¡Hermanos! —gritó Mahan—. ¡Su Reina ha regresado!

—¡Eh! —dieron al unísono un grito de guerra al ver a Christell.

Los Txori que estaban entrenando hicieron sonar sus escudos, otros revoloteaban emocionados en el aire después de alzar la voz. Niños se asomaban desde sus árboles con miradas curiosas y guerreras Txori hicieron sonar sus bastones en el suelo.

—¿Lo ves? Ya esperabamos tu regreso.

El asombro aún permanecía en su rostro. Bajaron por un angosto camino resbaladizo, Mahan la sostuvo en todo momento. Llegaron a tierra firme y él la llevó a una mesa hecha de piedra con bancos de madera, los Txori se inclinaban ante ella a su paso.

—¿Qué es todo esto?

—Es el lugar que escogiste para nosotros.

»Hace siglos que nos refugiamos aquí, esperando nuestra oportunidad para volver a derrocar a Lanati, esperamos con ansias su renacimiento para destruirla como tanto anhelaste. Me ordenaste conservar su sangre después de que bebieses y así lo hice; la resguardé por muchos años.

»Años más tarde de tu muerte por beber su sangre, volviste y me contaste que creciste con tus recuerdos intactos, pero tus alas y tu habilidad ya no estaban. Nos enseñaste la forma de que nosotros pudiéramos consumir en cantidades mínimas la sangre de Lanati y nos hicimos fuertes. A ti te dio la habilidad de renacer y a nosotros, nos ha otorgado una larga vida.

»Te sentaste en el trono y comenzaste a reinar por un largo periodo hasta que tu cuerpo se hizo viejo y moriste. Te vi morir en cada una de tus vidas —dijo con la mirada triste—, en tus siguientes renacimientos empezaste a olvidar tus vidas pasadas, pero siempre encontraste la manera de regresar. Tu mente recordaba tu primer vida como Txori y lo que nunca cambió en ti, fue el azul de tus ojos, siempre pude reconocerte por ellos.

Diversos "Mutter Lanati".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora