La luz del amanecer entró por la ventana, iluminando los bigotes de Clarity y haciéndola moverse incómoda, sin muchas ganas de salir de la cama. Sin embargo, el día había comenzado y el ruido en el orfanato de San Jerónimo hacía imposible seguir durmiendo. La gata apagada se levantó; ya habían pasado dos años desde que estaba en ese lugar y conocía la rutina de memoria. Lo primero que hacía era buscar debajo de su cama una caja donde estaba el Señor Ranita durmiendo. Rápidamente lo tomo para salir corriendo con él por la ventana y así liberarlo entre unos arbustos cerca de su dormitorio. El lugar, protegido por las ramas y espinas de los arbustos, tenía un estanque improvisado con un galón de leche cortado por la mitad y una fosa para evitar que su amada mascota se escapara mientras estaba en libertad. Aun así, a menudo la rana lograba escaparse y no la encontrara en su estanque. El espacio era pequeño, apenas suficiente para dos niños se sentaran entre los arbustos y el muro, pero eso lo convertía en un buen escondite para evitar que la cuidadora se deshiciera del Señor Ranita, a quien consideraba asqueroso y desagradable. Cada vez que lo atrapaba, se lo confiscaba y amenazaba con que nunca volvería a verlo, pero la rana siempre lograba escapar y regresar, sin importar lo que intentara. Estos eventos habían llevado a la cuidadora, que tenía más de medio siglo trabajando allí, a pensar que esa rana tenía algo malo, incluso diabolico, algo que la gatita solo encontraba divertido y emocionante cada vez que su mascota regresaba después de ser capturada, como un agente secreto de la television que sin importar como lo capturaran este siempre escapaba. Sin embargo, el temor de que nunca regresara siempre estaba presente.
-Hoy va a ser un día muy ocupado, no podré estar contigo. Vendrán chicas mayores del colegio a cuidarnos como cada año. Trata de no hacer problemas, ¿ok?-, dijo la gatita mientras la ranita entraba al barro cerca de su estanque, intentando enterrarse en él, mientras la observaba con seriedad, pero con una pequeña sonrisa en su boca. La gata al notar que entendio el mensaje entró en el dormitorio para ir a desayunar.
La visita al orfanato de hoy era de un colegio de enseñanza de habilidades mágicas, y las visitantes no eran humanas. El grupo de cuatro chicas estaba liderado por una canina de cabello ámbar, alta y enérgica llamada Natalia. Su mejor amiga, de la misma especie canina, pero con cabello blanco y figura delgada, tenía una actitud bastante antipática debido a su origen en una familia rica de hombres bestia, conocida por su historia como grandes magos de la transmutación. Su nombre era Zuri, y como siempre, estaba al lado de Natalia hablando de temas triviales, acompañada por Mabel en el auto de camino al orfanato. Esta última era un cuervo con un bello plumaje de un color que resaltaba con un brillo azul metálico debido a la luz del sol. Aunque no era tan cercana a las otras dos amigas, la tenían en alta estima debido a sus habilidades con la magia, y era muy solicitada para ayudar en diversas tareas. En contraste, la última integrante del grupo estaba sentada en silencio junto a la ventana, vistiendo un abrigo negro a pesar del calor del día, tratando de pasar desapercibida. Esta era Minerva, una de las alumnas de magia con peor rendimiento en la institución, un hecho que compartía con Natalia, aunque carecía de su popularidad debido a su personalidad reservada. Ella y Mabel eran dos cuervos de la raza de hombres bestia que destacaban en la magia, lo que la hacía sentir a menudo excluida, junto con un defecto de nacimiento que hacía que su pico, en lugar de ser puntiagudo, fuera plano y más ancho de lo normal, lo que le había valido un apodo que odiaba con todo su ser.
-Oye, patita, ya llegamos y no has dicho nada-, dijo Natalia, mirándola mientras estaba en el asiento del copiloto del auto manejado por su padre, quien estaba concentrado y no prestaba mucha atención a la conversación. A pesar de eso, su presencia hacía que el viaje fuera tranquilo para Minerva, ya que las otras dos amigas controlaban sus comentarios. -Ando cansada, apenas he podido dormir-, dijo Minerva antes de ser interrumpida por Mabel. El auto se detuvo frente al orfanato. -Vamos chicas, ya llegamos. Solo no te duermas como siempre en clases, patita. Estás aquí por obligación del profesor-, dijo Mabel con cierto fastidio en su voz mientras todas bajaban del auto. -Sí, es cierto. No te permitiremos holgazanear mientras trabajamos con estos niños. Aunque no entiendo cómo puedes estar cansada todos los días si solo duermes en clase-, comentó Zuri. Ante el comentario, Minerva solo miró hacia otro lado sin decir nada y abrazó su bolso, siendo salvada por la campana que anunciaba la llegada de uno de los cuidadores para recibirlos. Después de un rápido recorrido, todas las chicas estaban en el comedor, ayudando a repartir comida a los niños sin mucho interés en su labor, más concentradas en charlar entre ellas. Minerva se quedó atrás, ocupada con todo el trabajo. Observó cómo Clarity, la gatita, se acercó a ella por su desayuno, y notó que la niña no estaba acompañada por ningún otro niño y, aun así, le pidió más comida de lo normal.
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¿Qué es lo peor que podria pasar?
ФэнтезиEsta es la historia de como mi gata Claryt termina en medio de una hecatombe magica. La historia empieza narrando como la cientifica Enid conoce a Claryt, la rebelde sin causa, con un origen bastante complicado y su mejor amiga Minerva, la bruja ded...