26 de agosto a las 21:00, justamente dos días después de su muerte.
Aida se había autosuicidado. Varias personas la vieron esa noche dar varias vueltas al pueblo corriendo a toda velocidad, entonces se desplomó y cuando llegó la ambulancia para rescatarla, ya no tenía pulso.
Hoy se celebró el funeral, en medio de un día lluvioso. La lluvia siempre me había traído felicidad porque relajaba mi mente y limpiaba el aire contaminado de la ciudad. Pero ahora, sólo me recordaba a la pérdida de un ser querido y un día triste.
Caían rayos del cielo como si estuvieran respondiendo ante mi ira. No servía de nada, la morena se fue y nunca podrá volver. Seguramente en el cielo encontraría una vida armónica y pacífica como ella deseaba.
Los padres de la chica lloraban en silencio aún sin poder creerse que su hija se había ido tan pronto.
Su hermano Aidan no había podido asistir al funeral debido a que la policía lo pudo arrestar ya que tenía 18 años. En cambio, Olivia fue liberada.
La rubia miraba con indiferencia la tumba de su amiga si es que alguna vez lo fueron. Mientras miraba con rabia a Ethan porque de verdad sí quiso a Aida, pero no la cuidó de la mejor manera y más si la morena no estaba enamorada del peliblanco.
Los gemelos estaban a mi lado llorando por la pérdida de su amiga al igual que Noah y Liam porque sintieron pena por ella.
Medio pueblo estaba presente en el funeral. Todos estaban muy agradecidos con la chica porque los ayudó mucho y los trató bien aunque los demás no supieran que hacía estas cosas. Hasta el niño al que le llamó Umpalumpa, la niña que la llamó reina de las cerdas y al que le robó varios billetes estaban. Aida nunca había querido hacerles daños, a los que los insultó después de que nadie la estuviera viendo se disculpó con ellos y fue ella quien le dio los billetes al niño porque sabía que Olivia iría a por él.
— Lo siento mucho, Dylan.— mamá siempre se mantuvo a mi lado porque sabía que esto estaba siendo muy fuerte para mí.
— Dylan, perdóname.— se disculpó papá — Me habría gustado mucho tenerla como yerna.
Los tres nos abrazamos en silencio y mis dos amigos al igual que los gemelos también se unieron. De verdad nos había importado mucho Aida.
Cuando bajaron el ataud al hueco que habían cavado en la tierra supe que todo había acabado. Mi corazón y alma sería enterrada junto a mi primer amor y ella misma se lo llevaría a la tumba por siempre.
Pasó un mes, en los que estuve llorando en silencio todos los días encerrado en mi cuarto para que nadie me viera llorar. Tampoco quería preocuparles por mi mal estado, aunque seguramente se habrían dado cuenta.
La abuela por fin pudo volver a casa tras recuperarse de la operación. Se extrañó de los pocos ánimos que teníamos, en especial yo y también se extrañó del porqué estaba Dayanara en nuestra casa.
Como lo deseó Aida, le conté a mamá que dejara a Dayanara vivir en nuestra casa y aceptó por los riñones que salvaron a la abuela.
—¿ Dónde está Aida?— preguntó con todo el entusiasmo la iaia.
— Ella se fue a descansar al cielo.— mi madre la abrazó.
La abuela se llevó las manos a la boca sorprendida que casi le daba un infarto.
Poco tiempo después, aprendí a superar su muerte. Pero nunca me olvidé de ella, recordaba los momentos felices con ella y eso me hacía sonreír.
Pasaron varios años. Donde yo me pude graduar con honores y conseguí varios premios por los libros que escribí. Y todos inspirados en Aida.
Noah y Liam se casaron, a sus padres al principio no les convenció, pero finalmente tuvieron que aceptar el amor de sus hijos.
Los niños del orfanato ya cumplieron los 16 años y pudieron salir del orfanato. Lo primero que fueron a hacer nada más pisar el exterior del edificio de piedras fue ir a visitar la tumba de la morena.
Dayanara consiguió un trabajo decente y pudo pagarse una propia casa.
Como último deseo de Aida, cuidé de la abuela todos los días del año.
Y como dije, ella se llevó mi corazón a su tumba, por eso mi amor sólo le pertenecía a ella. Todo los recuerdos quedaron como un tatuaje en mí.
Fin.
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MI CORAZÓN DE CRISTAL
Teen FictionUn nerd no se dejará cambiar por los gustos de una popular. Y una popular no se dará por derrotada por un nerd que la ignora. Toda esta enemistad se esfumará en una sola palabra: contrato. Cada uno ayudará a su rival a conquistar a su amor imposible...