Mis padres me levantaron temprano porque la abuela tenía otra cita con el médico para una revisión.
Acompañé a la abuela al hospital y me quedé a fuera esperándola.
—¿Qué haces aquí?— me sobresalté cuando alguien detrás de mí me habló.
Me giré para ver que se trataba de Aida. Cómo no,ella y su afición de asustarme siempre así.
— Aida Morgan.— un enfermero corrió hasta ella — Ya no tienes a dónde escapar.
La morena me sonrió porque se tenía que ir y se fue junto con el enfermero. ¿Por qué ella venía al hospital? ¿Tal vez por lo de las drogas? ¿O para quitarle esa personalidad maquiavélica?
La abuela salió de la consulta y la acompañé de regreso a casa. Dejé que ella descansara en el sofá y yo me fui a hacer el desayuno.
— ¡Dylan, tienes visita!— gritó desde la entrada.
Dejé las magdalenas al horno para que se cocinaran y fui hacia la puerta.
— Iaia,¿quién es?
Asomé la cabeza y vi que era la morena.
—¿Qué quieres?— pregunté extrañado.
— ¿Te vienes a la feria del pueblo?— Aida sonrió.
— Lo siento, pero tengo que hacer...
— Anda, ves.— me interrumpió la abuela — Diviértete un poco, ves a tomar aire.
Miré la muñeca de la morena y vi que tenía una cinta que todavía no se quitó.
—¿Estás ingresada en el hospital?
Ella se mordió la pulsera y la tiró a la basura.
— Tú ves a jugar, yo me encargo de las magdalenas.
La abuela nos dio un besito a cada uno y se despidió de nosotros.
— No traigo dinero.— me reí al recordarlo.
— No importa.— Aida me enseñó su bolso — Era demasiado obvio.
Estaba por pegarla, pero me relajé.
Primero fuimos al cine para ver una película y nos acercamos a la taquilla.
—¿Hay algún género que no te guste?— preguntó.
— El terror, aún sigo sin poder verme una.
— Vale.— sonrió maliciosamente y se dirigió a la señora de la taquilla — Póngame dos entradas de la película de la Monja.
Me cago en esta niña, como me enfade más la mato.
Cogimos nuestras palomitas y entremos a la sala a buscar nuestras butacas.
Aida antes de empezar la película ya se acabó sus palomitas y durante la película fue robando de mi cubo.
Salí temblando del cine y Aida se rió de mí.
—¡Dylan tiene miedo a la monja!— le gritó a los cuatro vientos.
— Cállate.
Estábamos llenos por culpa de las palomitas y no comimos hasta la hora de la merienda. Me llevó a una tienda de comida rápida y pidió pinchos de carne a la barbacoa.
— Um, no está tan salado.— me aguanté la risa — Aún no me he vengado lo de la salsa, para que te enteres.
Me reí al recordar el desastre que causemos ese día.
Terminemos de comer y fuimos a la feria de noche porque así estaba más bonito con las luces.
— ¿Por cuál empezamos?— preguntó Aida muy entusiasmada — ¿A pescar patitos o a la diana?
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MI CORAZÓN DE CRISTAL
Novela JuvenilUn nerd no se dejará cambiar por los gustos de una popular. Y una popular no se dará por derrotada por un nerd que la ignora. Toda esta enemistad se esfumará en una sola palabra: contrato. Cada uno ayudará a su rival a conquistar a su amor imposible...