❪ house of the dragon fanfic ❫
❈ LEGACY ೃೀ
Naerys Targaryen, hija menor de el príncipe Aemon Targaryen y Lady Jocelyn Baratheon, hermana de Rhaenys Targaryen.
Cuando la menor de las Targaryen se ve obligada a contraer matrimonio con Ormund Hightower...
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❈CAPÍTULO OCHO
" un Strong en Oldtown "
Nadie, a excepción de los entrenadores de la fosa, habían notado la ausencia de los jóvenes amantes en el castillo ese dia.
Un alivio, que no fue por mucho tiempo, pues la espada juramentada de Ormund se veía muy apegado a ambos desde entonces, pretendiendo seguirlos a donde sea que fueran, sin que estos pudieran verlo.
Claro que esto no fue posible con el instinto tan persuasivo de Daemon, quién se dio cuenta de ello a la primera pasada. Por supuesto que no pudo hacer nada contra ello, más que maldecir por lo bajo.
Los paseos en el jardín privado, que solían dar a menudo, ya no se sentían tan placenteros o íntimos como lo eran siempre.
—No tenemos un minuto de privacidad —se quejó Daemon observándolo de reojo. El caballero parecía querer camuflarse entre los rosales.
Naerys reprimió una risa al verlo golpearse con unas ramas secas, aparentemente de un árbol frente a él, no lo había visto al tener su completa atención en otra dirección.
—Es un espía enviado por Ormund, no se puede esperar menos —susurró— aunque admito que me agradaba.
—Solo fue primera impresión —murmuró rodando los ojos— déjame golpearlo.
—¿Y permitir que aumentes las sospechas de Ormund? No —Daemon resopló.
—Sería tan satisfactorio —añadió tratando de no desviar su atención a él, debía dejar que creyera que aún no lo habían visto— y entretenido, hace mucho que no lo hago.
—No —repitió Naerys con persistencia— y no insistas.
—Admite que sería divertido —continuó, con una sonrisa de lado asomándose en su rostro.
Se colocó frente a ella para impedirle el paso, lo que causó que Ser Jorah se ocultará rápidamente entre los árboles para evitar ser visto.
—Es tan gracioso, desearía ver su rostro de preocupación ahora mismo —se burló Naerys aguantando la risa, al igual que Daemon.
—Espera, déjame verlo —el príncipe canalla observó nuevamente de reojo— aún se oculta...no puedo creer que Ormund haya llegado a este punto de desconfianza.
—Nosotros lo hemos obligado —le recordó Naerys levantando una ceja— le hemos dado motivos suficientes y creo que tiene razón.
—Sí, tal vez me gusta molestarlo —admitió tomando sus manos entre las suyas, con la yema de sus dedos acariciando con suma suavidad el dorso de estas.
Naerys solo sonrió coqueta, correspondiendo a su travieso juego y dispuesta a seguirle la corriente. Cuando Ser Jorah se inclinó para verlos y se encontró con esta escena, quedó boquiabierto.