La mañana llegaba con las claras nubes cubriendo al brillante sol, una manada de lobos enormes tenía su rutina de patrullaje diario, corriendo por los límites del inmenso bosque que protegían.
Entre juegos y ruidos profundos que asimilaban a risas ahogadas, como manada compartían un vínculo muy poderoso, con mentes unidas gozando de pensamientos compartidos.
Paseando felices desde el borde del bosque hasta la cumbre más alta, gozando de la gran libertad que tenían en el lugar, cuidando de no ser vistos por ningun humano.
Todo se sentía en lo más natural, en lo más cómodo para todos ellos.
La mayoría de los miembros de la manada se notaba que eran machos, sus juegos rudos sin miedo a lastimarse los delataban, mientras que la única loba se burlaba altamente con su hermano menor que saltaba divertido molestando un poco a su hermana quien solo podía dejarle.
Pasando así la mañana, la mayoría se marcho cómodamente de vuelta a la tribu, los que se quedaron se marcharon a acomodarse para hacer guardia por cualquier situación inesperada.
De los que volvian dos en especial iban más cómodos que el resto - Sam - el Alfa de la manada junto a su Beta - Jacob - ambos jugueteando cómodamente entre ellos con leves empujones.
Con algunas pequeñas mordidas suaves hasta que llegaron al borde del bosque donde se separaron para cada uno ir con su familia.
El lobo de colores marrones y rojizos en un pequeño trote se asomo a una casa pequeña de madera, con los aires relajados aún en su forma lobuna, se metió a la casa juguetón frotándose en la silla de ruedas de su padre quien con una sonrisa le acariciaba el lomo.
Un par de minutos más tarde ya estaba vestido y comiendo como si no lo hubiera hecho en años, devorando todo a su paso, bajo la divertida mirada de su padre que tarareaba una melodía familiar para ellos.
Siguiendo la mañana como sus rutinas demandan, ambos se separaron, el joven pelinegro se asomo a la pequeña cochera dónde encontró un motor en el suelo.
Siguió con su trabajo dejado el día anterior, finalizando todo el motor dejandolo satisfecho, una vez terminado se fue a terminar sus deberes escolares.
Había tenido un adelanto de grado por su esfuerzo y no podía dejar de seguir esforzándose, siguió con su turno de guardia en su forma lobuna, dónde aprovecho para jugar con sus amigos.
Un día normal diría él, pero después de volver de sus turnos la llamada nerviosa del amigo de su padre le llamo la atención, su hija - Bella - había escapado y ahora volvía con el 'ex-novio' que le había roto el corazón hace unos meses.
Habia evitado ir en ellos por el comportamiento agresivo de su 'amiga' y claro, el hecho de que se había transformado, no tenía que perder tiempo en alguien que no quería ayuda.
Había ido a apoyarla al inicio, le dolía tanto verla así - tan acabada, tan sola, tan lastimada -.
Fue el primero en enterarse, bueno, fue el primero en tratar de ayudar.
Aquel día el novio la había citado ahí, pero según ella se había ido a una velocidad descomunal, la había encontrado en el bosque en su caminata como ayudante de guardabosques; la llevo a su casa aún cuando ella gritaba que la dejara quedarse, que su novio volvería por ella, que se había ido hace poco, que deseguro la buscaría.
ESTÁS LEYENDO
Impronta - Libro 1
FanfictionPara un licantropo la imprimación es muy importante. El destino te ha dado esa oportunidad para ser feliz, te regala un amor puro y sincero. Además de darte una fuerte descendencia para continuar. Solo debes seguir el sendero del destino y aceptar e...