CAPÍTULO III. Llegar a olvidar.

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❲ 📜 ❳ 𝗖𝗛𝗔𝗣𝗧𝗘𝗥 𝗧𝗛𝗥𝗘𝗘 ━━━
Get to forget.

La música retumbaba en la cabeza de Lando, las luces lo dejaban enceguecido, se encontraba sentado en un sofá blanco del cual no sabe como llego ahí si hace un momento estaba bailando a no más dar. Miró la botella en su mano que estaba vacía y tomó la decisión de ir otra botella, por lo que con todas sus fuerzas se levantó de ahí, se tambaleó un poco, pero al estabilizarse comenzó a caminar hacía la barra para pedir su octava botella del alcohol más fuerte y caro que podía pedir.

Tomó un sorbo de la botella y cerró sus ojos con fuerza por el mareo repentino que le acaba de dar. Sin embargo, eso no le impidió seguir bailando alocadamente en el centro de la pista, gritando como si estuviera solo en un campo donde nadie lo podría escuchar, cuando en verdad son gritos de desahogo y pena.

Su acompañante lo estaba buscando hace unos cuantos minutos. Carlos ya estaba desesperado, no lo encontraba y le preocupaba que algo malo le haya sucedido.

Tal vez dejar que el lado fiestero de Lando salga no fue una buena idea.

Carlos se escabulló entre toda las personas que estaban bailando, por lo menos intentó buscar a su amigo en medio de la pista de baile. Sabía que aquél británico le gustaba bailar sabiendo que no es bueno en eso.

—¡Lando! —gritó Carlos al lograr verlo y susurró algunos insultos en español—. ¡Lando, por favor! ¡Vámonos!

Lando se dió cuenta de la presencia del español y lo miró con una sonrisa—. ¡No, gracias! —volvió a bailar.

Carlos no dudó ni dos segundos y solo empujó a aquellas personas que bailaban muy apretados para solo poder pasar, pero no le importó nada, solo quería llevar a su amigo a el hotel donde se hospedan antes de que haga o diga algo que lo perjudique.

—Vámonos, Lando —Carlos tomó a su amigo del brazo y comenzó a llevarlo fuera de la pista—. Tienes que descansar.

—Yo no quiero descansar, quiero bailar —respondió el británico arrastrando las palabras. Se llevó su botella a la boca, pero Carlos se la quitó de un tirón—. ¡Ey! ¡Eso es mío!

—Ya no más bebidas. Te llevaré a el hotel y descansarás —Carlos logró sentar a Lando en uno de los sillones cerca de la puerta de salida—. Mañana te levantarás y estarás como nuevo.

Lando pasó sus manos por sus ojos con cansancio y luego tapo su cara. Carlos miró atentamente sus movimientos, hasta que se preocupó más cuando escuchó que su amigo comenzó a sollozar.

—Lando, ¿qué sucede? —Carlos alejó las manos de Lando para entender que le sucede—. ¿Estás bien? Lando, dime que sucede.

Norris comenzó a llorar levemente, sus ojos ya comenzaron a tener un color rojizo y no le importó dejar sus lagrimas salir.

—La extraño —mencionó el británico. Carlos suspiró ya un poco cansado—. Extraño mucho a Louise.

—Lando, ya pasará. Habrá otra chica de la cual puedas amar y ella a ti.

—Pero yo amo a Louise —volvió a soltar un sollozo—. ¡La dejé ir! Fui un estúpido.

—No, no lo eres.

Lando volvió a levantarse del sofá y tomó el aire suficiente para poder gritar.

—¡Yo sigo amando a Louise Franchini! ¡Fue y siempre será la chica indicada para mi! ¡No me importa lo que me digan o me pase, yo todavía sigo enamorado de mi Lou!

𝗦𝘁𝗶𝗹𝗹 𝘁𝗵𝗲 𝗼𝗻𝗲     ❲ L. Norris ❳ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora