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Jihoon nadaba tranquilamente por la ciudad en el fondo del mar, siendo acompañado por su escolta de sirenas, iban de regreso a casa, pues tal como la última vez que el tritón había desaparecido, sus sirenas fueron a buscarlo, interrumpiendo su momento con el pirata.

A veces no podía comprender el desprecio que sus sirenas tenían hacia SeungCheol, pero cuando recordaba la manera en la que su padre lo usó y lo traicionó, les daba la razón al desconfiar de los humanos; sin embargo, SeungCheol era diferente y quería que ellas también se dieran cuenta. Sumergido en sus pensamientos, le sonrió a una pequeña sirena que chocó contra él, esta le devolvió la sonrisa antes de disculparse y nadar de prisa hacia su madre.

La idea de tener una hija con Seungcheol le entusiasmaba, pero era algo imposible para ellos, pues él sólo era capaz de engendrar tritones cada vez que se apareaba en tierra, y no creía que hubiese manera de quedar embarazado bajo el mar. Esta vez terminó chocando con un poste de corales y fue ahí donde su escolta se dio cuenta de que su rey estaba muy distraído.

—¿Qué ocurre majestad? ¿Qué invade sus pensamientos?— cuestionó su segunda en mando.

Jihoon la miró —Seungcheol, él siempre invade mis pensamientos— dijo con una sonrisa enamorada.

—Majestad...— suspiró —debería olvidarse de ese humano.

—¡Nunca! Yo lo amo demasiado, y él a mí— expresó con un gesto molesto.

Las sirenas ya no encontraban otra manera para decirle a su rey que estaba mal amar a un humano, y que él lo traicionaría en cuanto tuviera oportunidad, tal como había hecho su padre. Aunque sus voces eran demasiado persuasivas para el tritón, y muchas veces lograban hechizarlo con sus palabras, parecía que el amor que le tenía al capitán pirata, era incluso más poderoso que su persuasión y encantadora voz.

Más tarde volvieron al palacio, donde el pequeño príncipe de ocho meses estaba esperándolo. Intentó nadar con prisa hacia su padre en cuanto lo vio, pero aún era demasiado pequeño como para tener la movilidad adecuada, así que nadó torpemente, siendo alcanzado por su padre. Jihoon abrazó a Seungkwan y le dio una ligera vuelta que lo hizo reír a carcajadas.

—Mi pequeño hermoso, ojalá tu padre pudiera escucharte reír así— murmuró pegando su frente contra la de su hijo.

La sirena que se encargaba de cuidar al pequeño príncipe se enterneció, sintiéndose mal por la pequeña familia separada, ella era de las pocas sirenas (si no es que la única) que pensaba que SeungCheol debía estar ahí junto a su familia. Los observó con una enorme sonrisa hasta que Jihoon la miró y esta desvió la mirada hacia el suelo.

—Gracias por cuidar de Seungkwanie en mi ausencia, Yebin— le dijo con una dulce sonrisa.

—Es un placer majestad— hizo una reverencia y salió de la habitación del príncipe.

Jihoon la observó por unos breves segundos, hasta que decidió detenerla y hacerle una pregunta —¡Yebin! Regresa un momento.

—¿Sí majestad?— preguntó al volver, deteniéndose frente al rey tritón.

—¿Tú qué sabes de un mapa que guía a una isla que cumple deseos?— preguntó alejándose para ir por un juguete de Seungkwan y entretenerlo en sus brazos.

—¿Habla del mapa a la isla Sowon?— cuestionó mirando a su rey.

—Uhm... si, claro— murmuró sin estar seguro.

El rey del mar 2 [Jicheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora