Week 5 - I see you -

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El dolor llegó a su cuerpo una y otra vez, ¿cuántas veces había sentido que todo dentro de él se contorsionaba hasta hacerlo esculpir eso que se suponía que era el líquido que lo mantenía vivo?

— Lo preguntaré de nuevo, pequeña mierda – escuchó una vez más esa voz que se convertía en su verdugo, mientras que lo tomaba por la ropa, haciendo que todo doliera de nuevo – ¿en dónde estaban? ¿Dónde está tu madre?

— N-no... lo... sé...

Otro golpe más fue propinado en su rostro, sus oídos zumbaron, sintiéndose desorientado, escuchando a lo lejos los gritos de Ryeon quien pedía que se detuviera, quería que todo terminara, pero eso solo despertó la ira del hombre que siempre había sido el culpable de que Jungkook llevara una mascarilla en su rostro para ocultar cada golpe con el que era reprendido.

Aquel hombre que había hecho tanto daño a su madre, aun siendo menor, Jungkook, tomó la valiente decisión de enfrentarse a ese hombre recibiendo él los puños despiadados, esos que lo dejaban con marcas rojas y violáceas en todo su torso, creando esas marcas horribles que siempre lo hacían parecer que participaba de peleas callejeras.

Su cuerpo estaba lleno de cicatrices debido a tantas veces que defendió a su madre y Ryeon, quería ser él quien soportara el dolor, no ellas, no lo merecían, pero él... él que había sido producto de algo no deseado, podía soportar el dolor de cargar con el peso de eso, mas no su madre y su hermana.

— Por favor, papá... no lastimes más a Koo... – los sollozos de Ryeon despertaron aún más la furia de ese hombre, quien de un solo golpe hizo que el cuerpo de Jungkook perdiera el control, dándole así paso al monstruo, al gran temido lobo de acercarse a su pobre víctima – Koo abre la puerta.

Su petición fue acatada, más el rostro que encontró al otro lado de la puerta no fue la de su hermano, era el rostro de su padre, con esa mirada descolocada que siempre tenía cuando regresaba a casa, después de mucho tiempo sin saber de él.

Sus ojos eran brillantes y grandes, tanto así que las pupilas dilatadas le hacían ver como si el color en ellos solo fuere ese negro abismal. Tenía esa manía de pasar su lengua por las encías, siempre encontrando residuos de la droga que tanto necesitaba consumir.

— Koo... – murmuró Ryeon mientras que sus pasos la hacían ir hacia dentro de la habitación, solo escuchando la respiración agitada del hombre frente a ella, que se acercaba de manera amenazante – Koo...

— Rye... – Jungkook apenas alzó la mirada desde su sitio en el suelo, intentando ponerse de pie cuando notó la aterradora escena – ¡D-déjala en paz!

— Tienes la misma mirada que ella, aunque más infantil, mi pequeña Ryeon.

— ¿Papá? No, por favor – suplicó la menor, aun sin saber muy bien qué hacer, notando que su hermano apenas y podía moverse, tenía sangre en todo su rostro y también saliendo de su boca, ¿acaso este era el lobo del que debía esconderse en la madriguera de conejo?

— Ven aquí.

El grito asustadizo de Ryeon despertó las pocas fuerzas en el cuerpo de Jungkook, quien se sostuvo de la pared y de algunos muebles mientras avanzaba hasta la habitación donde su hermana libraba una batalla que no era de ella.

La menor corrió hacia el espacio seguro, hacia la madriguera de conejo donde se suponía que debía estar oculta, tapando sus oídos y repitiendo en repetidas veces su tan conocida frase.

Vete lobo... Rye no está... Vete lobo... no me encontrarás.

Pero había cometido el error de quedarse dormida, despertando con el ruido de los golpes en el exterior, asustada por los quejidos de su hermano mayor, quien le pidió en más de una vez que se escondiera. Su madriguera estaba en el closet de la habitación, un espacio con almohadas, cobertores, una lámpara y su peluche de conejito.

Your Eyes TellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora