El frío viento de la noche se extiende por las calles de la ciudad.
Pensamientos colapsan mi razón, divagando entre todo lo que podría haber hecho o no.
Meto las manos en mis bolsillos y continuo por un laberinto de callejuelas.
Intento entrar al portal de mi piso pero no consigo encontrar las llaves.
Maldigo mientras golpeo la puerta, algunas lágrimas se escapan de mis ojos sin poder evitarlo y me rindo sentándome en un rincón cerca de la basura.
Inmersa tan profundamente en mis lágrimas, no escucho quien se sienta junto a mi.
-¿Triste?- dice un señor de unos 50 años bastante desgastado.
-¿Qué?
-Triste-repite señalando mi pecho-tú
-Sí supongo-respondo mientras acurruco mi cabeza entre mis manos.
El me mira atentamente dirigiendo sus ojos a una de ellas.
Tira de mi mano levantándome y yo dejo que me lleve libremente a donde quiera.
Pasamos por varios callejones volando y llegamos hasta una gran puerta de la que muchas voces y música sobresalen.
-¿Qué es esto?
-Mundo mío, mundo de luz
Entramos y una gran plaza se ilumina, farolillos cuelgan de ventana a ventana, música resuena en cada rincón, algunos bailan por todas partes y otros cantan al par de la melodía.
Aunque lo más peculiar es que a pesar de que todos visten ropa desgastada o rota sus sonrisas iluminan la plaza solas.
El señor se aleja de mi lado pero agarro su brazo antes de que se vaya.
-¿Qué debo hacer?-pregunto, el señor señala emocionado el lugar sin poder llegar a explicarme que hacer.
Poco a poco se vuelve a alejar devolviéndome a la soledad.
Alguien toca mi espalda al segundo.
-¡Bailar!-exclama un niño mientras tira de mi.
La multitud junta sus manos formando un círculo y empiezan a dar vueltas al ritmo de la música, mientras otros colocan cadenas de farolillos por encima nuestra.
Pero por más que quiero entrar en este mundo, recuerdo, recuerdo lo que paso y pasara y decido separarme del coro poco a poco, acabando sentada en una esquina.
En poco tiempo alguien ocupa un lugar a mi lado
-¿Qué pasar en vida tuya ?-pregunta una
anciana a mi lado.
-¿Qué vida, por más que quiera llegar a disfrutar las palabras se atascan en mi garganta y no me dejan respirar.
Esta coloca mi mano en su pecho.
-Sonar, yo estar viva- cambia su mano y toca mi pecho-Sonar, tu querer vivir.
-Yo no quiero vivir- vuelvo a dar a entender.
-Tu vida querer vivir-vuelve a repetir
Giro mi cabeza para ver cómo todos se colocan a mi alrededor
-Tu vida querer vivir, tu vida querer ser viva.
Sus manos arropan las mías y me devuelven a la plaza.
A mi lado vuelvo a encontrar al mismo señor.
-Si hoy querer no, no querer mañana, si hoy vivir no vives, mañana no vivir.
-¿Qué debo hacer?-vuelvo a preguntar
-Vivir