Sonrojada.

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—¿Podrías quedarte conmigo todas mis mañanas y noches, en esta cama, en este departamento, en este lugar? Así no tendría que despertar desanimado sin tener tu olor en mis sábanas y pudiera descansar tan tranquilo como con tu presencia.— Dijo Shohei en japonés.

En ese momento me dieron ganas de tener Duolingo o tener un cursito de japonés porque moría de curiosidad por saber que había dicho.

—Si lo que dijiste es sobre mí agradecería que me lo dijeras en inglés. De todas formas, la tuya.— Dije con los ojos cerrados acostada cerca de él.

Él río suavemente. —Cuando te enseñe japonés lo sabrás.— dijo.

—¿Ah sí? ¿Y como sería ese curso?— Dije.

—Fácil, tu me enseñas a cocinar y yo japonés. Pero para eso creo que tardaríamos mucho tiempo, prepare una habitación para ti y así te quedarás algunos días.— Dijo en un tono dudoso y rápido.

Abrí mis ojos de golpe sorprendida por su propuesta que no me incómodo.

Él rió nervioso. —Si no te parece la idea pue...— No lo deje terminar.

—Esta bien, si quiero.— Dije sonriendo.

Él se sonrojo.—¿Te parece si hacemos sushi?—

Ya eran las 6:40 de la tarde por lo que dormimos bastante tiempo. Aún así no podía dejar de pensar en mis padres y lo sucedido pero sabría que en algún momento las cosas mejorarían así tardarán mil años. Sho y yo fuimos a la cocina a empezar con el Sushi.

Busco una tablet y la puso en la mesa de la cocina. —Nos guiaremos por un tutorial, no soy el mejor chef pero tampoco el peor.— Dijo riendo.

—Confio en tí.— Dije.

Sacamos algunos ingredientes y comenzamos con el tutorial.

—Vas a ser la responsable del arroz, por favor que no sea como las arepas.— Dijo serio.

—¿Tu me estás diciendo que mis arepas quedaron mal o qué me quieres decir con eso, Shohei Ohtani?— Dije seria porque me ofendí, ¿Que le pasa vale? Yo sé que no soy la mejor chef pero yo esas arepas las hice con amor.

—Nada, estaban súper buenas. Pero recuerda que si no es por mí las arepas iban a quedar demasiado cocidas.— Dijo subiendo las cejas.

No lo recordaba.—Ah, sí, eso. Bueno, en mi defensa TÚ me distraes mucho.— Dije.

—¿Sí? ¿Qué tanto te entretiene de mí? Por qué que yo recuerde no te distraje concientemente.— Dijo en un tono curioso y sonriendo.

Me sonroje como una idiota.
—¿Te sientes bien? Es que te pusiste roja de la nada.— Dijo fingiendo demencia y aún sonriendo.

Me sentí muy apenada, pero en idiota ese estaba jugando conmigo y yo también sabía jugar a ese juego. —Oh, ¿En serio? Que curioso, te he visto un par de veces así igual cuando estoy contigo. Pero no importa, ¿Crees que podría dormir contigo cuando me quedé aquí, es que quiero estar junto a ti?— solté.

—Seguro.— Dijo bajando la cara.

—Veme a los ojos, Sho.— Me puse en puntillas y tome su mentón con mi mano suavemente.

Ahí estaba, peor que una marcha chavista. Estaba más rojo que un tomate y yo había cumplido mi objetivo.

—¿Ves, tu también estás rojo? ¿No te parece raro?— Dije riendo.

Sonrió le lado y dijo. —Hagamos el sushi.

Hice el arroz el cual no se me quemó ni se me pego en la olla y quedo en su punto perfecto.

Home Run / Shohei OhtaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora