Manuela (Versión en español)

Capítulo 1: La Serpiente

La campana de la escuela sonó y un tono estridente resonó por los pasillos mientras los estudiantes salían de sus aulas arrastrando los pies. Connor salió de su última clase, con una sonrisa engreída plasmada en su rostro de aspecto inocente. Era conocido por su buena apariencia: cabello rubio corto y ojos azules penetrantes que podían hacer que el corazón de cualquiera diera latiera fuerte. Pero detrás de esa fachada angelical se escondía un matón orgulloso que se deleitaba con el dolor de los demás.

"¡Oye, míralo!" Gritó, empujando a un estudiante de primer año desprevenido hacia una fila de casilleros. El niño tropezó, dejando caer sus libros mientras Connor se reía maliciosamente. A su alrededor, los estudiantes miraban nerviosos pero no decían nada; sabían que no debían desafiar a alguien como Connor. Era rico, talentoso y tenía buenos contactos, lo que lo hacía prácticamente intocable.

"¡Connor! Ayer estuviste brillante en el partido de baloncesto", dijo efusivamente uno de sus amigos, dándole una palmada en la espalda a modo de felicitación. Connor disfrutó de los elogios y su sonrisa se hizo más amplia.

"Por supuesto que sí", dijo arrastrando las palabras, sin perder nunca la oportunidad de hacer alarde de sus logros. "Soy el mejor jugador que esta escuela haya visto jamás".

En el aula de Biología cercana, Oslac guardó cuidadosamente sus materiales. Era el mejor estudiante de su clase y tenía una pasión genuina por el mundo natural que lo impulsó a sobresalir. Su naturaleza bondadosa lo convirtió en el favorito tanto de los estudiantes como de los profesores, aunque su timidez a menudo lo mantenía alejado de los demás.

"Oslac, esa fue una presentación impresionante sobre las relaciones simbióticas", dijo el Sr. Williams, el profesor de Biología, con un gesto de aprobación. "Realmente tienes un don para comprender las complejidades del mundo natural".

"Gracias, señor", respondió Oslac con seriedad, ajustándose las gafas. "Para mí, cada criatura viviente es fascinante y merece nuestro respeto". Sus ojos verdes brillaban con curiosidad mientras hablaba, su largo cabello negro caía suavemente sobre su frente.

"Siga con el buen trabajo", animó el Sr. Williams, dándole una palmada en el hombro a Oslac antes de salir del aula.

Cuando Oslac salió de la habitación, vio una pequeña rana saltando por el suelo de baldosas. La recogio con cuidado e inspeccionó a la criatura con admiración. "Qué espécimen tan exquisito de vida anfibia", murmuró para sí, perdido en sus pensamientos. "Debo estudiar más a fondo su hábitat y su comportamiento".

Ajeno al caos que Connor estaba creando al final del pasillo, Oslac acunó la rana en sus manos, maravillándose de los intrincados patrones en su piel. Su mente bullía de preguntas y teorías, ansioso por la oportunidad de aprender más sobre esta pequeña criatura que se había cruzado en su camino.

El pasillo de la escuela estaba lleno de estudiantes, sus risas y charlas resonaban en las paredes. Connor se apoyó en su casillero, sonriendo mientras observaba a un grupo de estudiantes encogerse ante su acercamiento. Disfrutaba de este poder, la capacidad de doblegar a los demás a su voluntad mediante el miedo y la intimidación.

"Apártense de mi camino, perdedores", escupió Connor, sus poéticas palabras chorreando veneno. Los estudiantes se dispersaron como ratones ante un depredador, dejando a Connor sintiéndose satisfecho con su demostración de dominio.

Al girarse, vio a Oslac sosteniendo una pequeña rana en sus manos, completamente absorto en su examen. Connor puso los ojos en blanco y caminó hacia él, ansioso por otra oportunidad de afirmar su superioridad.

"Oslac", se burló Connor, elevándose sobre el niño más pequeño. "¿Sigues jugando con tus amiguitos babosos? Eres Patético".

Oslac levantó la vista, sorprendido por la repentina confrontación. Sus ojos verdes brillaron con dolor, pero rápidamente lo ocultó detrás de una apariencia tranquila. "Todos tienen un papel que desempeñar en la naturaleza, Connor, incluso tú".