PRÓLOGO

27K 1.5K 128
                                    

—Las puertas se cierran en dos minutos —dijo Gally.

—La reverenda... —empezó a decir Newt, irritado de estar escuchando esa maldita cuenta regresiva. Quería golpear a Gally pero no lo hizo. Cerró sus ojos y respiro profundamente en un vago intento por tranquilizarse.— ¿Puedes hacerme el maldito favor de quedarte callado? 

—¿Por qué lo haría? Si estamos en esta maldita situación es por tu culpa. Tu fuiste el idiota que apoyó la idea de que ella fuera Corredora y después pusiste a todos en peligro al mandar un grupo de búsqueda, ¿y sirvió de algo? ¡No! Por tu culpa perdimos a dos de los nuestros hoy —contestó enfadado, moviendo sus brazos de manera exagerada al hablar.

—Gally, ya basta —murmuró Sartén acercándose al muchacho, tratando de calmarlo.

—No. Si ellos no regresan es su maldita culpa. —Empujó a Sartén, quitándolo de su camino.— ¿En serio, Newt? ¿Tan desesperado por su atención estabas que cediste a su capricho mandándola al Laberinto? ¿Tan enamorado de esa niñata estúpida que mandaste a Magnus a su propia muerte? —Newt no lo soportó más, volteándose para estampar su puño contra la mejilla de Gally, haciendo que éste cayera al suelo, subiéndose sobre él para empezar una pelea. Los Habitantes se acercaron al ver lo que sucedía, tratando de separarlos mientras se empezaba a escuchar el sonido de las puertas, de las paredes que en cuestión de segundos empezarían a cambiar igual que cada noche.

Todo era un caos, la estabilidad que habían conseguido se desmoronaba. La culpa carcomía a Newt mientras sus puños se estrellaban furiosos contra Gally. Pero él sabía que tenía razón, que todo era su culpa, la desaparición de Cali y Magnus, su inevitable sentencia de muerte.

—¡Cali, corre! —gritó Alby con las venas marcándose en su cuello, cortando el aire, deteniendo el tiempo por un momento, permitiendo que Newt se distrajera y así pudieran separarlo de Gally. Apoyó sus manos en el pasto, volteando su rostro hacia el pasadizo para encontrarse con aquella pequeña figura corriendo por su vida entre esas paredes cubiertas de enredaderas. 

—¡Tú puedes, nena, corre! —exclamó con su voz rota y vista borrosa. Pero ya era demasiado tarde, porque los muros se cerraron, dejándola del otro lado, soltando un grito desgarrador que le lastimó la garganta.

Durante unos segundos Cali sintió como todo su mundo se desvanecía, haciéndose pedazos a su alrededor, cayendo al suelo mientras aún escuchaba los gritos desesperados de sus compañeros retumbando en su cabeza, el rostro de Newt siendo lo último que ella había visto. Estaba exhausta y le costaba trabajo respirar, apretando sus ojos con fuerza mientras empezaba a sollozar, soltando un grito frustrado. Había fracasado. Ella sabía que no podría haberse esperado hasta el día siguiente, los muros cambian todas las noches, la sección siete raramente estaba abierta y aquel pasaje no lo había visto nunca antes. ¿Había encontrado la salida? No estaba segura, pero sabía que ellos debían buscar ahí.

Limpió su rostro con la manga sucia de su camiseta y busco con desesperación su anotador. Las manos le temblaban pero se las ingenió para poder escribir "busquen en la sección siete", cortando la hoja de papel y dejándola en el lugar donde se abrirían las puertas a la mañana siguiente con la esperanza de que permaneciera allí, dejando una pequeña piedra para que el viento no se la llevara volando. No tenía nada que perder. Lo que ella había visto tenía que saberse.

Se puso de pie, observando aquellas paredes una última vez mientras escuchaba el sonido de los muros cambiando acompañados de los rugidos de los Penitentes, iban a aparecer en cualquier momento y esperar allí a que la atrapen no era un lujo que ella quería darse. Sabía que esa noche iba a morir, pero trataría de permanecer viva lo mas que pudiera. Conocía el Laberinto a la perfección a pesar de no haber estado en él durante demasiado tiempo, como si lo hubiera diseñado ella misma. Los monstruos no tardaron en aparecer, se vio perseguida por dos de ellos, corriendo sobre las paredes mas bajas, buscando el modo de despistarlos. 

Tenía un plan, ocultarse en una parte de la sección cinco que permanecería cerrada, dirigiéndose hacia aquel lugar en busca de refugio, sin querer perder tiempo en mirar hacia atrás. Sin embargo, se vio obligada a detenerse por aquel muro que se suponía no debía estar ahí, acorralada por aquellos bichos enormes que estaban a punto de matarla, sintiendo como algo frío y puntiagudo le atravesaba la piel, convirtiendo todo en oscuridad.

"Te lo dije, Tom. Ella nunca debió haber entrado al laberinto, pero no me hiciste caso."

MAZE RUNNER: READY TO RUNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora