Prólogo

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P.O.V IAN.

Estoy Jodido, la única palabra que me describe en este momento. Mi madre me llamó y me hizo prometer que vendría para la cena.

Pensé que era por un asunto familiar, pero al llegar y ver a la familia Díaz en mi hogar me tomo por sorpresa.

Estábamos en la mesa y sentí una mirada en mi todo el tiempo, cuando me dedique a revisar quien me miraba.
Priscila me observaba tan fijamente que me incomodaba, bajo su mirada al darse cuenta que me la quedé observando.

Conozco a la familia Díaz desde los 10 años, es una familia muy erradicada a la religión y sigue las reglas del pueblo, antes solía jugar con su hija cuando éramos niños, pero al ir creciendo y dandome cuenta de mis sentimientos, me aleje de la niña ya que comencé una relación con su primo: Orlando.

Orlando y yo tenemos una relación desde los 14 años hasta ahora, es un gran chico responsable, trabajador, amoroso y me entiende que aún no puedo salir del closet. Es nuestro pequeño secreto.

La cena fue silenciosa, hasta que mi madre rompió el silencio.

-Hijo, hoy la familia Díaz a venido a visitarnos y a darnos una noticia muy encantadora. Sabes que es una buena familia y su hija una maravillosa muchacha, entonces....-

Espera, espera dime que no es cierto.
Una cena con otra familia y mi madre diciéndome eso, no me digas que....

-Queremos que ustedes dos se casen.-

¡Que! Casarme

-Disculpame madre, pero está situación lo hubiéramos hablado antes, en este momento en mis planes no esta el matrimonio, además recién vuelvo a ver a esta muchacha y yo no cre....-

Mi padre me interrumpe antes de poder terminar mi oración.

-Ian la decisión ya fue tomada, si no aceptas te juro que adiós a todos tus privilegios y eso cuenta a los estudios-

Esto tiene que ser una broma, no me puedo casar, no con ella.

-Perdonen pero me retiro a mi habitación, tengo mucho en que pensar-

Me retiré antes de que sigan hablando, hablan de mi futuro como un juego, no me quiero casar aún y menos con la muchacha que se nota a leguas que ella esta de acuerdo con esto.

Priscila no es el problema ella es una buena chica desde que la conozco, el problema es que es una chica.

Estoy tan sumergido en mis pensamientos que no escuche la puerta ser abierta.
Priscila se encuentra en mi habitación con los ojos llorosos, siento un remordimiento en mi pecho.

Antes de decir cualquier cosa, ella me interrumpe al caer de rodillas delante de mi, algo como una súplica.

-Po...por favor, si no aceptas casarte conmigo me pondrán a Henry y el es un hombre que me da miedo..-

-Priscila lo lamento, pero yo no puedo casarme contigo, no está...-

-Sé que no esta está en tus planes, pero prometo ser una buena esposa, sé cocinar, lavar, te servire todos los días, pero acepta porfavor-

-Eso no me interesa, es sólo que yo no puedo estar contigo-

-Si no te gusto, está bien puedes tener a más mujeres no me pondre celosa, pero acepta-

-No es eso, es que hay algo que nadie sabe, y nose si contarte ya que es algo muy....íntimo-

-No diré nada, sólo dime la razón por la cual no quieres aceptar-

EnseñameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora