La energía que desprendemos cuando estamos juntas es tan fuerte como la explosión de mil soles, ella es una reina y mi cuerpo su trono, esclava y tirana de sus deseos más oscuro, mi dulce y tierno pajarito lleva por dentro encadenada a una sexy y se...
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Abril 2016, New York.
Era una jodida mierda.
Había pasado un mes y Daniela no tomaba una jodida decisión y lo que me atormentaba era que siendo ella otra mujer hace mucho ya estuviera bajo tierra pero con ella no puedo, simplemente no puedo.
Hace una semana intenté jalar el gatillo a la distancia y no pude y eso generaba un fuerte conflicto en mi, algo que me caracteriza es que me vale muy poco la vida de los demás y el hecho de no poder acabar con la de ella me generaba estrés y rabia.
Estaba parada en la puerta de su departamento, hoy tenía que ponerle fin a todo esto.
—Abre la puerta Daniela — volví a llamar, sabía que estaba pues su coche estaba en el parqueo.
—¡Calle! — volví a tocar pero más fuerte, la puerta se abrió de golpe.
—¿Podrías parar? — preguntó con fastidio y sin preguntar pase al departamento sintiendo como ella cerraba la puerta detrás de mi.
—No te invite a pasar — reclamó.
—Me importa una mierda si me invitaste o no — declaré con enojo — Dime cuál es tu elección.
Ella evitó mis ojos y luego me dió la espalda.
—Eres una asesina María José, una jodida matona en qué lugar me deja a mi eso, ¿En tu cómplice?, ¿En tu perra? — preguntó mientras miraba el techo.
—Primero no soy una matona, soy Mafiosa términos distintos cariño — aclaro con humor, ella me fusila con la mirada —.Y eso te convierte en la nada, tu y yo no tenemos nada que nos relacione por este mismo motivo nunca quise conocer a tus padres o a tu hermana ni a ninguna de tus amigas Daniela, mientras menos te relacionen conmigo es mejor — su mirada estaba llena de muchas emociones en la que no estaba interesada en ahondar.
Ella vestía una camisa de tirantes y unos shorts de tela y se veía dulcemente provocativa, la camisa me permitía saber que no llevaba brassier y la suculencia de sus pezones me tenía la boca hecha agua.
Me acerque a ella y la tome por la nuca para acercar su cuerpo al mío, me encantaba esa actitud irreverente y altanera que adoptaba cuando hacía eso.
—Y no es el tipo de obsesión bonita de esas en la que no dejas de pensar en la otra persona no, es esa en la que te veo y me caliento, me enfurece que alguien te vea te toque y me dan deseos de arrancarle los ojos a quien se atreva a comerte con la mirada — la arrinconó a la pared y subo una de sus pierna a mi cadera —.Soy una maldita posesiva con lo que es mío y tú eres mía.
Mis labios tomaron su boca en un beso que no fue delicado a cambio me volví exigente en su boca, mordía sus labios hasta que entendiera que ella era malditamente mía y que no tenía elección.
