Capítulo 2. °Me enamoré de un monstruo°

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Salma había estado indagando por internet a su nuevo amigo misterioso de la biblioteca. Había revisado todas sus redes sociales y las redes de sus amigos en común. Había detallado, muy minuciosamente, la cantidad de "me gusta" que recibía diariamente y, a su vez, la cantidad que él daba.

Le resultaba curioso pensar que un hombre como él: atractivo, galán, estuviera solo o al menos así se le veía. Todo en él era enigmático; Salma lo observaba por un telescopio al otro lado de la calle. Cada tarde iba a verlo y, cada tarde lo veía con una chica diferente.

No quería juzgar a simple vista, pero, había descubierto su táctica más efectiva para vender: una sonrisa bonita cargada de halagos continuos. Salma se echó a reír mentalmente por imaginarse a sí misma ceder ante los caprichos de sus deseos.

Ella no cedía tan fácilmente, nunca lo hizo y esta vez no sería su excepción, pero, algo en él lograba llamar su atención. Aun no podía describir qué era, si eran sus ojos cafés, o si era su mirada penetrante o quizá su sonrisa tan reveladora, pero había algo, algo tan diferente que era capaz de lograr que una mujer empedernida por el misterio fijara su atención en un desconocido.

Sentía miradas curiosas sobre ella cada vez que visitaba aquel parque para observarlo. Sólo usaba un suéter negro ancho, con una capucha que cubría su cabeza y sus tan acostumbrados audífonos. En sus pies solo zapatos cerrados y su identificación en el bolsillo trasero. Algunas veces llevaba también un encendedor, que nunca usaba, pero lo mantenía consigo. Tal vez para saciar sus deseos de fumarse un cigarrillo cuando tuviera coraje.

Odiaba su olor, pero, se le hacía interesante la forma en la que las personas se refugiaban en el como si sus vidas dependieran de aquel veneno mortal. Salma muy poco entendía el cerebro de otras personas, pero eran extraños, mucho, de hecho. Ser tan dependientes de algo tan llevadero como un cigarrillo. No lo entendía, pero a veces sentía ese goteo de curiosidad por probarlo.

Su padre lo hacía. Era un adicto al cigarrillo y también a las apuestas. Le gustaba apostar dinero—que no tenía— en bares cada sábado. Desde allí se convirtieron en sus días más preciados. Su madre salía al salón de belleza a teñirse el cabello para oscurecer sus notorias canas, mientras que, su padre, se reunía con sus compañeros luego del trabajo en un bar diferente donde pudieran apostar hasta terminar inconscientes por el alcohol.

Ella, por lo tanto, se dedicaba a escribir. Al menos a intentarlo. Era su único tiempo libre y le gustaba aprovecharlo desde su propia intimidad. Sus ojos, como la tierra; marrones obscuros con labios rosas pronunciados. Su cabello siempre desaliñado, recogido en una coleta alta con hebras de cabello sueltas. Su estatura era promedio para una chica de veinte, pero con seis años más arriba. Salma cumpliría sus veintiséis años el mes entrante.

Para cuando eso sucediera, ella no estaría en Nueva York. Había planificado un viaje, un regalo de cumpleaños por parte de sus padres. Su destino estaba incógnito, ninguno de ellos sabía a dónde viajaría Salma puesto que, poco les interesaba. Eran felices con la idea de saber que les habían dado lo que había pedido. Eso era reconfortante para ellos y los hacía sentirse los mejores padres del mundo. Pero Salma sabía que solo querían deshacerse de ella unos días. Así no sentirían las críticas de su hija. 

Sentada en un banco con la noche empezando a caer, Salma observó al chico de la biblioteca cerrar la puerta principal con candado mientras veía hacia los lados. Por instinto mordió su labio inferior viendo también a su alrededor. El parque ya estaba vacío, desolado y con un viento ruidoso acariciándole el tímpano. Había estado pensando en cómo acercarse al chico sin mostrarse desesperada, pero, aún no encontraba la forma de hacerlo. No quería que pensara que había causado gran efecto en ella, pero, las ganas de verlo la sobrepasaban. Había pasado mucho desde la última vez que se esforzaba tanto por hacerse notar. 

ᴇʟ ꜱᴇᴄʀᴇᴛᴏ ᴅᴇ ꜱᴀʟᴍᴀ°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora