Capítulo 3. °Un misterio sin resolver°

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"¿Cómo ser la mujer perfecta"?

¿Existía la mujer perfecta?, en tal caso, ¿Existía la perfección?

Salma se había cuestionado aquello después de haber visto documentales que hablaban sobre el cómo ser humano buscaba idealizar algo—o a alguien— desde la perfección. Aunque por supuesto pensaba que la perfección era un mito y extremadamente subjetiva.

Para ella, una simple taza de café por la mañana podría ser sinónimo de perfección, pero, para otro, puede que esto se tratara de alguna otra tontería. Salma estaba convencida que no era la única que podía pensar así. Culpaba a grandes historiadores por no haber hecho un manual que explicara cómo podía un simple mortal ser «perfecto».

Salma nunca fue una chica con pensamientos comunes. De hecho, los ignoraba por lo aterradores que resultaban a veces. Era una máquina de misterio desmedida que podía desglosarse sin tanta complejidad; pero en el fondo sabía que aquello, de intentarse, sería sumamente aterrador.

Solo cursó una semana de clases en una de las escuelas más reconocidas en Nueva York para darse cuenta de que, socializar no era su mayor virtud. Era un enigma poco encantador, pero, lo que más resaltaba de Salma era su inteligencia y sus dotes para la escritura. Había participado en concursos de literatura en los cuales había quedado en primer lugar. Siempre los resultados eran buenos, pero Salma había desistido de la idea de escribir a grandes escalas.

Ya no se veía como un buen prospecto de escritora para el futuro y, aunque tuviera mucho potencial, Salma no creía en la gentileza de sus letras.

....

Habían pasado algunas semanas desde la última vez que Salma visitó el parque para espiar a Elías. El encuentro y la conversación con Jimena fueron suficientes para que desistiera un poco de la paranoia que sentía cada vez que lo espiaba. Ya no era tan vital, pero seguía representando para Salma un misterio sin resolver.

Buscó su móvil y empezó a escribir y luego borrar y, así hasta que dejó de insistir y lo tiró lejos. La inspiración no era su mejor amiga esa noche. Tampoco podía conciliar el sueño y lo único que podía hacer era observar fijamente el mismo punto una y otra vez hasta que la mañana llegara pronto.

Se volvía a preguntar: ¿existía la perfección?

¡Claro que no!

Era totalmente subjetiva, pero, ¿solo ella podía pensarlo así?

Salma era una mujer perfectamente imperfecta.

....

Mientras Salma veía su programa de televisión favorito, sentada en su amplio sofá de cuero blanco y su mantita de algodón preferida, pensaba en todo el episodio que había vivido con Jimena y, la idea de no volver a ver o espiar a Elías seguía divagando por su cabeza. Ella sabía que la perfección no existía, pero el contacto con él hacía que fuera una realidad perpetua.

Si bien lo pensaba, Jimena, era una desconocida para ella. Había tomado la excéntrica decisión de visitar nuevamente el parque para verlo por una última vez.

Durante su recorrido hacia el parque, Salma ideaba en su cabeza el escenario perfecto de ella con Elías; no sería una conversación convencional pero muy necesaria para una noche como esa: lluviosa y completamente despejada de estrellas.

Se había situado nuevamente en el mismo lugar donde lo había visto por primera vez, reconociendo a miles de kilómetros, la misma emoción y el mismo cosquilleo que sintió aquella vez, desde la punta de los dedos de sus pies hasta el resto de sus extremidades.

ᴇʟ ꜱᴇᴄʀᴇᴛᴏ ᴅᴇ ꜱᴀʟᴍᴀ°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora