la guerra ancestral(correguido)

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En un rincón del vasto y árido desierto de Lagot, las huellas de una guerra ancestral perduraban a pesar de los más de 90.000 años transcurridos. Una antigua raza, favorecida por los siete dioses—agua, tierra, fuego, rayo, viento, fuerza y muerte, aunque este ultimo fue concedido por los demás, puesto que el dios dela muerte, no quería relacionarse con "simples mortales"—había erigido un imperio en la exuberante selva de Lagot. Allí, construyeron una imponente ciudad que albergaba a todos los de su especie. Era un paraíso de 20 kilómetros de radio, protegido por una barrera rúnica alimentada con la magia del dios de la muerte. Esta barrera absorbía la vida y el maná de las plantas, evitando así el sacrificio de animales o personas, y asegurando su perpetuación.

Intrigados por los logros de esta raza, los dioses decidieron visitar la ciudad. Todos, excepto el dios de la muerte, acudieron en persona. Este último se sintió traicionado y defraudado al ver cómo utilizaban su poder sin su consentimiento. Cuando los dioses se acercaron a la barrera, una parte de sus esencias fue absorbida, lo que desató su ira. Enfurecidos, convocaron a sus razas para lanzar un ataque. Todos, salvo el dios de la tierra, que permaneció sereno. Consciente de que una guerra solo traería muerte innecesaria, prefirió no actuar, considerando que su honor no valía el precio de tantas vidas.

La guerra comenzó. Las fuerzas de los dioses intentaron teletransportarse hasta la ciudad, pero las runas que protegían el lugar lo impedían. Obligados a avanzar a pie a través de la jungla de Lagot, las tropas caían una tras otra, debilitadas por la barrera. Aunque contaban con la bendición del dios de la tierra, lo que les garantizaba protección contra los animales y un suministro inagotable de fruta, no podían siquiera aproximarse a la ciudad antes de sucumbir.

Después de 400 años de esfuerzos inútiles, en los que la barrera había convertido la frondosa selva en un desierto estéril, el dios de la muerte decidió actuar por su cuenta. Con su báculo en mano, se dirigió directamente hacia la barrera, con el objetivo de romper las runas o sobrecargar el cristal Fragi, lo que ocurriera primero. Al dejarse absorber por la barrera, su plan funcionó: el cristal se corrompió y la barrera cayó. Sin embargo, el dios de la muerte no pudo invocar su ejército de no muertos, pues fue absorbido completamente por el cristal.

Los otros seis dioses sintieron la desaparición de su hermano y acudieron de inmediato al lugar donde antes se alzaba la barrera impenetrable. Al deducir erróneamente que el dios de la muerte se había sacrificado para romper la barrera, todos, incluido el dios de la tierra, estallaron en cólera. Creyeron que su hermano había actuado solo para evitar que lo detuvieran, cuando en realidad buscaba quedarse con el mérito de lo que ellos no habían podido lograr en 400 años.

Cegados por su ira, destruyeron la ciudad, reduciéndola a escombros. En uno de los golpes del dios de la fuerza, el cristal donde yacía el dios de la muerte fue lanzado al cielo, donde se fusionó con el magma de un hechizo conjunto de las diosas del fuego y de la tierra. Así, el dios de la muerte quedó encerrado en el magma durante 90.000 años, hasta que, por pura casualidad, un joven esclavo lo encontraría.

el libertador de lagotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora