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Todos en el palacio pensaban que ser favorita del sultán era un sueño hecho realidad, una vida llena de lujos y excesos, pero para mí era un infierno, el tener que luchar a diario para poder sobrevivir y proteger a tus hijos en un nido de víboras,...

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Todos en el palacio pensaban que ser favorita del sultán era un sueño hecho realidad, una vida llena de lujos y excesos, pero para mí era un infierno, el tener que luchar a diario para poder sobrevivir y proteger a tus hijos en un nido de víboras, era demasiado difícil, más si estas eran más poderosas que tú.

Desde que entre a este palacio trate de pasar desapercibida ante todos, pues yo era de las pocas mujeres que no deseaba pasar la noche con el sultán,a pesar de ser un hombre que no estaba tan mal, no deseaba esa vida, tener que estar siempre con el miedo de que me pasara algo a mí o a mis hijos, sin embargo, aquí estaba, con mis mellizos en brazos.

Recuerdo que después de salir de los aposentos del sultán, su concubina, kadin hurrem hatun, madre de dos de sus hijos, farya sultán y el sehzade Abdullah, ambos de 1 año, La kadin se acercó hasta a mí y me ahorcó sin importarle nada, nisiquiera cuando le dije que yo no quería al sultán, hurrem solo me gritaba que no me acercara más al sultán o si no me mataría, como si pudiera elegir, si no hubieran llegado unos aghas y la hubiesen alejado de mí, probablemente ahora estaría muerta.

Durante todo mi embarazo, mahidevran y hurrem habían intentado incontables veces hacerme abortar o matarme, pero gracias al sultán no lo lograron.

La madre sultana fue quien decidió enviarme con el sultán, pues se dio cuenta de lo hermosa que era, decidio enviarme con él, nisiquiera me dejó decir que si o no, aunque no es como si pudiera hacerlo.

El sultán caminaba emocionado hacia los aposentos de su amada concubina, su sharazad, la mujer que desde su primera noche lo había obsesionado con ella, tanto así que ya no aceptaba a sus demás concubinas, solo a Shahnaz

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El sultán caminaba emocionado hacia los aposentos de su amada concubina, su sharazad, la mujer que desde su primera noche lo había obsesionado con ella, tanto así que ya no aceptaba a sus demás concubinas, solo a Shahnaz.

La madre sultana caminaba detrás de él, pues fue esta quien le aviso del nacimiento de sus hijos, Las kadin ya se encontraban en las puertas de los aposentos, pero ninguna mostraba una sonrisa o algo que demostrara alegría por el nacimiento de los nuevos integrantes de la familia imperial.

—su majestad-dijeron las mujeres al unísono reverenciando al monarca, este sin decir nada, entro a los aposentos, mientras que detrás de él venían las demás mujeres.

Haseki Sharazad Shahnaz SultanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora