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Hormonal
Pip entró al baño, sintiendo una ligera aprensión en su interior. En ese momento, se encontró con Damien, quien lo esperaba en la penumbra.
— ¿Por qué me pediste que viniera? — cuestionó Pip, mostrando su incertidumbre.
Damien cerró la puerta con un clic seguro y se acercó lentamente a Pip.
— Solo quiero pasar un rato agradable... — susurró Damien mientras rodeaba a Pip con sus brazos.
Damien comenzó a besar suavemente el cuello de Pip, quien se estremeció ante el contacto.
— Damien, por favor, todavía siento dolor por lo que hicimos ayer —susurró Pip con un deje de preocupación en su voz.
Damien se detuvo un momento y acarició con ternura el cabello de Pip, su mirada llena de deseo.
— Tranquilo, no repetiremos nada parecido a eso —aseguró, con una mirada lujuriosa en sus ojos.
Damien condujo a Pip a uno de los cubículos del baño, donde la atmósfera se cargaba de una tensión palpable. Con pasión desbordante, comenzó a besar a Pip, sus labios buscando con avidez los de su compañero. Sus lenguas se entrelazaron en un baile apasionado, saboreando cada rincón de sus bocas en un torbellino de sensaciones ardientes. El palpitar de sus corazones parecía sincronizarse con la cadencia de aquel beso ardiente que los consumía por completo.
El roce de las manos de Damien, frías pero ardientes de deseo, se deslizó por la camisa de Pip, acariciando su piel mientras comenzaba a desabrocharla. Cada botón que cedía bajo sus dedos parecía aumentar la tensión en el aire, como un susurro prometedor de lo que estaba por venir. Cuando finalmente la camisa de Pip cayó al suelo, sus torsos desnudos se encontraron en un momento de intimidad palpable.
Damien se apartó brevemente del ardiente beso, dejando escapar un suave gemido de anticipación. Sus labios descendieron por el cuello de Pip, explorando su piel pálida con besos y chupones apasionados que dejaban su marca. Cada marca en la piel de Pip era un testimonio de la pasión desenfrenada que compartían, una promesa de un encuentro que se profundizaba aún más en la lujuria y el deseo compartido.
Los labios de Damien se curvaron en una sonrisa sutil y provocativa al observar las marcas que había dejado en la piel de Pip, como un recordatorio tangible de su deseo compartido. Con una mirada ardiente, volvió a buscar los labios de Pip en un beso apasionado, sus lenguas danzando con fervor mientras se entregaban a la intensidad del momento.
Sin embargo, su hambre de exploración no se detuvo allí. Con manos hábiles y decididas, comenzó a descender lentamente por el cuerpo de Pip, despojándolo con delicadeza de toda su ropa inferior. Cada prenda que caía al suelo era un paso más hacia la revelación de la vulnerabilidad y la pasión cruda que compartían, creando una anticipación eléctrica que inundaba el pequeño espacio del cubículo. Damien sabía que el viaje apenas comenzaba, y la promesa de lo que vendría a continuación solo avivaba el fuego de su deseo mutuo.
