Capítulo cinco: El interior del vacío

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"¿Estás vivo? Hey" pronunció una voz asustadiza.

Aether podía escuchar un eco al interior de su cabeza, ¿acaso una persona diminuta había abierto su cerebro por perforación y después entró, armó una casa y finalmente se puso a hablar desde el interior de su cráneo? Lo volvió a pensar y sonaba demasiado loco como para ser real, sabía que había una voz y no era un delirio suyo. Por lo que hizo un esfuerzo casi sobrehumano para abrir sus ojos que parecían pegados con pegamento por lo pesados que estaban. Todo su cuerpo se sentía aturdido y dolorido al mismo tiempo, su espalda se sentía entumecida por la temperatura y tenía granos de aparentemente incrustados que le marcaban su piel por sobre la ropa.

"Es imposible que haya estado esperando media hora por alguien que está muerto" replicó la misma voz chillona. "Hey, hey. ¡Hey! Cabeza oxigenada. ¡Ah! Se está moviendo. ¡Hey! ¿Puedes escucharme?"

Sus ojos lentamente empezaron a divisar la luz de la luna que servía de lámpara en el escenario, una vez los abrió y tras haberse acostumbrado a la oscuridad comenzaron a dolerle los ojos por la luminosidad repentina. Así que antepuso su mano para bloquear la luz y tragó saliva, hidratando su garganta tan seca que podría llegar a quebrarse cual frágil cristal. Tan pronto pudo enfocarse y formar una imagen del lugar a pesar de la inmensa oscuridad, podía identificar una zona rocosa y quizá montañosa, él estaba sobre arena y al frente de él tenía un espeso bosque. Una vez examinó sus alrededores, logró ver una proyección holográfica diminuta proveniente del reloj en su muñeca derecha, la cual reflejaba a una joven de cabello aparentemente blanco y enana.

"¿Está bien? He tratado de hablarle por más de diez minutos" La joven preguntó confundida.

"Yo... ¿quien?" Aether preguntó totalmente desorientado.

"¿Disculpa? Se supone que si te hago una pregunta entonces debes responder. Dame tu nombre" insistió.

Antes de caer a este infierno de los últimos días Aether tenía uno de esos relojes de última generación y con asistente de voz que se conectaba a diferentes aparatos de su penthouse tecnológica que compartía con su hermana. Así que escuchar una voz proveniente de un dispositivo en esta era obviamente no le llamaba la atención, lo que en realidad le parecía curioso era que ella tuviese una personalidad tan marcada, vivaz y sobre todo un rostro claro y actitud demandante. Finalmente dejo el reloj a la altura de sus ojos para poder apreciar mejor a la joven cara a cara. Este reloj era bastante ligero y no tenía mala apariencia, definitivamente se lo quedaría ya que sus pertenencias al parecer quedaron confiscadas en la reclusión, a su lado tenía una mochila demasiado vacía como para tener al menos un tercio de lo que perdió estos días.

"¿Acaso eres una asistente de iPear o algo así? ¿Sara?" Aether acarició su cabeza que latía sin cesar, parecía a punto de explotar y dispersar sus sesos por el lugar así que después guió su mano a la sien para acariciarla. En ese momento fue consciente de su respiración irregular y la vena que no dejaba de bombear, no demoraron en aparecer sus náuseas y ganas de vomitar ahora mismo. Si hacía vómito verbal, iba a tener un vómito real incluso si no había comido hace días y no tenía ningún alimento para expulsar más allá del agua. Ha adelgazado bastante después del suceso, y solo se ha limitado a beber líquidos.

"¿De verdad le estás diciendo asistente de iPear a una de las últimas y más avanzadas inteligencias artificiales? ¡Por todos los dioses! ¡Paimon que esperó media hora a que despertarás y casi llamó a emergencias porque tuviste una pésima caída. Las cámaras te grabaron cómo caíste de la peor forma posible, ahora Paimon se muestra preocupada por usted e insulta de esta manera?." La joven sonaba demasiado sorprendida y dolida, pero al mismo tiempo enojada.

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