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"¿Que es lo que usualmente ordenas?" Pregunto Max.

"Mmm, casi nunca ordenó algo de comer pero hoy si tengo hambre." Mas que hambre eran nervios y necesitaba hacer que mi estómago dejara de hacer sonidos tan evidentes. "Un bagel con queso crema ordenare."

"Bueno, yo pediré lo mismo" dijo Max.

Pedimos y mientras comíamos no hablamos. Ni una palabra. Nada. Era extremadamente incómodo estar ahí sentados juntos después de tanto tiempo. Podía ver lo arrepentido que estaba de haber venido.

"Quieres hablar un poco acerca a tu ensayo?" Le pregunté, intentando romper el horrible silencio entre nosotros.

"Si, olvidé mencionarte que la profesora aceptó. Dijo que me da hasta el lunes para entregarle un buen ensayo." Respondió, algo que verdaderamente me alegraba.

"Muy bien, entonces tenemos que empezar a trabajar ahora mismo si queremos un gran ensayo en cuatro días." Respondí con una sonrisa.

Ya habíamos terminado de comer, pedí que me dieran más café en un vaso para llevar y nos dirigimos a mi apartamento.

Ninguno de los dos habló en el camino, yo solo conducí. El solo me miraba, nunca uso su teléfono, no vio por la ventana. Solo me miraba.

Cuando llegamos, me baje del vehículo yo primero. Empecé a caminar sin decirle nada y el solo me siguió. Estaba haciendo esto con el propósito de que el me preguntara algo o se aburriera y solo se fuera pero de lo contrario, cada vez estaba más interesado en lo que tenía que hacer o decir.

Llegamos al apartamento después de dos plantas y abrí la puerta. El solo entró.

Mi apartamento siempre ha sido muy desordenado. Tengo todo por todos lados. Aun asi, todo tiene un lugar y yo se cual es.

"Huele bien aquí" dijo Max desde el marco de la puerta. Siempre tenia prendidas velas de vainilla, odiaba el olor a la ciudad. "Vainilla?" Me pregunto con una sonrisa en el rostro. Siempre he creído que ningún otro aroma de velas o incienso o aromatizante en bueno, solo el de vainilla. Es dulce pero no te asquea. Es refrescante y no huele a algo que tenga "tropical" en ello. Solo es vainilla.

"Si" respondí, plano. Quería que se fuera. Necesitaba tiempo para pensar, tiempo para salir con alguna explicación lógica para todo lo que estaba sintiendo.

Todo era tan confuso, no tenía sentido. No había necesidad para que me sintiera así, el solo está molestando.

Estaba haciendo café y me quedo mirando la cafetera mientras pensaba en cómo hacer que se largara.

"Que piensas?" Respondió, sentándose al frente de la barra, yo estaba detrás donde se encontraba la cocina y el bendito café.

"Nada" respondí. "Café?" Pregunté.

Miro al techo. Como lo hace cuando está concentrado. "1... 2.....3.... 4, técnicamente 5... está seria tú sexta taza de café desde que empezamos la lección." Dijo mirándome algo... serio?

"Lo sé" no lo sabía, solo lo dije sin sonar sorprendida ante su habilidad de contar tazas de café.

"Por eso estás tan delgada" dijo y yo me quede en silencio. "Hace cuanto no te ven tus padres?" Pregunto.

Porque tiene que ser así? Porque tiene que conocerme? Porque tiene que recordar?

"Eso dejo de ser de tu importancia hace algunos inviernos" terminamos en enero de hace cuatro años.

"Bueno, puedes ofrecerme algo de comer?" Me pregunto inclinado en la pared que habría la cocina. Solo me quede viéndolo, acabábamos de comer. Busque en un cajón y le di una barra de proteína de moras azules. La tomo y se sentó en la sala, empezó a buscar el control remoto. "Donde está el control?" Pregunto, apunte debajo de la televisión, al lado del dvd y lo tomo.

"Que te gustaría ver que el día de hoy, conejita?" Me pregunto ya sentado, apuntando a la televisión. Yo estaba viendo mi agenda mientras tomaba mi taza de café.

"Mmmm" dije pensativa. "Lo que desees" respondí.

Puso crepúsculo.

Hace algunos años, el descubrió que tuve una gran obsesión con Edward en el 2012, era grave. Posters en todas las paredes, maquillaje, útiles escolares, y ropa interior grave. Nunca dejo de recordármelo y hacía bromas sobre yo consiguiendo ropa interior con su cara si tanto lo amaba.

Lo hacía solo para molestarme, intentando hacerme recordar algo sobre lo que en algún punto tuvimos.

Pasaron algunos diez minutos, ninguno decía nada hasta que se levantó del sillón (yo rogando a dios que se dirigiera a la puerta y se largara) y empezó a caminar hacia mi.

Sin verme abrió el refrigerador, este contenía dos galones de cold brew de Starbucks, crema dulce, leche de almendra, fresas, moras, cerezas, jamón, queso y dos bolsas de bagels. Cerró el refrigerador y se dirigió a la alacena. Abrió todos los cajones y puertas que existían en mi departamento.

Al darse cuenta de que no había nada "comestible" en su perspectiva, se sentó en el sillón y empezó a hacer algo en su teléfono.

Continué ignorándolo, si quería algo de mi tendría que hablar y preguntar por ello. Siguió viendo la película cuando tocaron la puerta. Se levanto, había ordenado comida.

Pidió pizza, alitas, y breadsticks. Lo puso todo en la mesa de centro y se dirigió a la cocina por dos platos. Tomo los platos y el contenedor de picante para la pizza. Yo seguía viendo mi planner y computadora cuando de repente, sin advertencia, me levanto. Me levanto y no dije nada al respecto porque no podía procesarlo.

Me llevo a la sala donde me sentó en sus piernas, en esa posición nos sirvió pizza a ambos y me preparo mi plato como gusta. Sin decir alguna palabra intente levantarme pero no me dejo.

Así la pasamos después de dos películas, sin decir absolutamente nada y yo incómodamente sentada encima de él ya que no quería dejarme ir. Solo la pase ahí sentada, comiendo mi pizza. Termino la segunda película y de lo mucho que la disfrute, aparte de donde estaba sentada, no me di cuenta que el se había quedado dormido.

Siempre se duerme después de comer. Me levante de sus piernas. Eran las ocho de la noche, se nos fue el día rápido el día. Quite los platos, guardé lo que quedó en bolsas ziplock y lo puse en el refrigerador. Después, esperando a que despertara, me bañe, me puse mi pijama e hice mi rutina de noche.

Volví a la sala esperando a que se hubiera ido pero no, ahí seguía y en una posición incómoda. Fui a mi habitación, tome una manta y almohada y lo acomodé en el sillón como pude. Le puse la almohada y lo cubrí con la manta.

Si se quedaba a dormir nada podría salir mal, cierto?

Siempre serás tu; Max Valenzuela Donde viven las historias. Descúbrelo ahora