Draco Malfoy; jamás acorrales a tu enemigo porque puede terminar mal (o bien)

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Harry se había sentido conmovido. Sea quien sea la persona que le entrega tan hermosas flores y cartas se está ganando un lugar especial en su corazón, de verdad le gustaría descubrir quién es, de verdad desea convertirse en su amigo. Pero, a pesar de que la persona que le manda todas estas flores y cartas no para de rondar en su cabeza, Draco Malfoy siempre logra llegar para fastidiarlo. Obviamente no como antes pues a duras penas le dirigía una mirada al encontrarse en los pasillos o en las clases que compartían.

Por lo que ya harto de todo esto, y con la excusa de que Malfoy en realidad estaba planeando algo malo, Harry comenzó a espiarlo durante las comidas, entrenamientos de Quidditch, pasillos, aulas de clase y por supuesto, por el mapa. Hubo un par de veces que lo vió desaparecer por completo, sin rastro, simplemente llegaba a algún lugar del pasillo del quinto piso y se esfumaba. Algo que lo traía completamente loco y que alimentaba sus ansias por saber lo que tramaba.

Así que, un sábado por la tarde, se dedicó a seguir a Malfoy bajo su capa de invisibilidad para descubrir por fin a dónde iba el Slytherin.

Caminó por lo menos con seis pasos de diferencia para no ser escuchado ni percibido.

Pero de repente, se detuvo cuando estaba a un par de pasillos de llegar al lugar en el que siempre desaparecía. Se giró con esa elegancia tan típica de él y lo miró a los ojos- No, no a él. A través de él.

Verlo entrecerrar los ojos en su dirección lo hizo pasar saliva en seco, su corazón palpitando a gran velocidad, rezando a Dios, a Merlín o a cualquier ser superior para que escuchase sus plegarias y no ser descubierto.

Se estaba asustando y Harry odiaba estarlo por lo que en un acto estúpido, pero que él creyó valiente, se quitó la capa para revelar su presencia. Malfoy abrió los ojos de par en par, aunque su rostro se mantuvo estoico e indiferente, lo que le puso los nervios de punta a Harry.

¿Por qué carajos ya no reaccionaba de otra manera ante él?

— Potter. — ¡Por Merlín! Incluso lo había saludado con neutralidad. Estaba al borde de la locura, quería una reacción, algo, cualquier cosa, pero algo más que indiferencia.

— Déjate de juegos, Malfoy. — De manera impulsiva, acortó la distancia que los separaba y lo estampó contra la pared más cercana de ese solitario pasillo. Malfoy jadeó un poco ante este brusco movimiento.

— Potter, suéltame. — Reclamó, pero con esa maldita indiferencia. Cuando Malfoy hizo ademán de querer empujarlo, Harry atrapó ambas muñecas y las apresó en la pared, por sobre la cabeza de Malfoy, sus rostros quedaron más cerca ante este movimiento. Las mejillas del Slytherin se encendieron de un fuerte carmesí, sus ojos frenéticos miraban a cualquier otro lugar que no fuese su rostro, permanecía con los labios fuertemente apretados y sacudía con fuerza sus brazos para lograr liberarse, pero en ese momento Harry parecía tener una fuerza sobrehumana que le impedía huír. La mano libre de Harry dió a parar a su quijada, la cual sostuvo con fuerza para obligarlo a verlo a los ojos. — Potter, suéltame. — Repitió desesperado, su corazón bombeando sangre a mil por hora, sus mejillas ardían, sus piernas se sentían temblar bajo la cercanía de Potter. Necesitaba huir, lejos, largarse y jamás mantenerse solo.

— Malfoy. — Harry observó con algo de burla el cómo el mencionado tragaba saliva. — Quiero que me mires.

— ¿Qué mierda te...?

— Que me mires. — Espetó con más autoridad, una autoridad que haría temblar de miedo a cualquiera. Draco no fue la excepción, pero no necesariamente tembló por miedo. Levantó la mirada encontrándose con esos hermosos ojos verdes tan profundos que siempre lo han cautivado. — Qué obediente. — Se burló. Ver el nerviosismo de Malfoy, su aparente sumisión y sus lindas mejillas sonrojadas fueron como un detonante de algo que nunca imaginó.

Todas las flores que te regalé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora