Todas las flores que te regalé

Rosas rosas; el perdón y promesa de cambio

Al comprender sus sentimientos decidió alejarse de Potter, no lo veía, evitaba a toda costa enfrentarse con él, no respondía a las provocaciones.

Prácticamente lo había dejado de lado, demasiado absorto en sus pensamientos sobre cómo empezaría a expresarse pero sin llegar a delatarse.

Había demasiadas flores que podría usar, como el girasol, el cual representaba amistad y era perfecto para pedir disculpas por tu comportamiento. El problema era que Draco jamás había logrado estar ni cerca de ser llamado "amigo" de Harry Potter.

Pero gracias a los años que dedicó al cuidado del jardín de la mansión al lado de su madre, no le fue difícil encontrar el libro que hablaba del lenguaje de las flores, y encontró la indicada.

"Una rosa de color rosa representa el arrepentimiento de tus actos y de la promesa de cambiar. Esta flor en particular es perfecta para las reconciliaciones o para simplemente pedir perdón por una acción que causó dolor."

Draco la consiguió, y no solo eso, con un par de hechizos logró hacerla permanente, es decir, que no podría marchitarse, desgastarse o perder alguno de sus pétalos.

Tragándose el orgullo y la dignidad, llegó más temprano de lo usual al aula de Pociones en la que compartía clase con los Gryffindor esa mañana. Se acercó al pupitre de Potter y colocó la rosa justo encima de la mesa, en el centro, con una pequeña nota que solo decía el destinatario: Harry Potter.

Salió del aula y diez minutos después regresó a la par de sus compañeros de casa para aparentar que apenas llegaba. Se sentó en su lugar usual justo al otro lado del aula, mirando discretamente a Potter, quien entró poco después y se dirigió a su mesa junto a sus amigos. La confusión de Potter fue evidente para todos al tomar la rosa destinada para él, los murmullos y cuchicheos no se hicieron esperar pues todos parecían muy ansiosos de averiguar qué chica había dejado tal detalle.

Draco se tomó un tiempo en admirar el leve tono carmesí que coloreó las mejillas de Potter. La verdad, le daba igual jamás ser correspondido, era algo que obviamente nunca pasaría así que ya estaba resignado, tampoco le importaba que Potter no supiese el significado de las flores, pues para él, confesarse de aquella manera le trajo de manera inexplicable un sentimiento de pura tranquilidad.