Acacias amarillas; amor secreto

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La primer semana de febrero, como ya era costumbre, recibió flores.

Unas hermosas acacias amarillas, qué, si su memoria no le fallaba, significaba un amor secreto, un amor incondicional pero oculto entre las sombras, solo las personas involucradas son las que saben de este amor.

Harry la guardó junto a las demás, todas en perfecto estado debido a los hechizos de preservación que les había puesto Draco.

Le gustaba observarlas por la noche en la privacidad de su cama con dosel, le hacía recordar la primera vez que las recibió.

Se había sentido tan confundido.

Recuerda que ese día había comenzado como cualquier otro. Despertó completamente agotado por las seis horas de viaje en el tren, además de haberse trasnochado por el extenso banquete de bienvenida y el discurso aburrido del director Dumbledore.

Se levantó refunfuñando, despertando a Ron en el proceso. Cuando se hubieron cambiado con su uniforme, bajaron al comedor, ahí fue cuando Harry se dió cuenta de que algo estaba mal.

Faltaba algo, no sabía qué en ese momento. Pero estaba el extraño sentimiento de vacío, como si faltase una persona a su alrededor, lo cual no era así pues Ron estaba sentado a su derecha, como siempre, y Hermione sentada al frente, conversando sobre el nuevo horario y las clases optativas que había elegido.

Pero faltaba algo.

Cuando caminaron con rumbo a su primer clase, Harry intentaba averigüar qué era lo que le faltaba. Incluso sus amigos habían preguntado por su extraño comportamiento distante, él se hizo el tonto y siguió con su camino. Fue cuando entró al aula que se dió cuenta de qué era lo que parecía hacerle falta.

Malfoy se encontraba en su usual lugar, rodeado de todos sus amigos sangre pura, siempre con su porte aristócrata. Pero no lo estaba viendo.

Siempre y sin falta, al menos en los dos años anteriores, nunca faltaron las burlas del chico, ni su mirada altiva y despectiva. Ahora simplemente era un alumno más, al menos eso aparentaba.

Cuando Crabbe, Goyle y Zabini se burlaron del caminar torpe de Neville, Harry se sintió verdaderamente confundido cuando Malfoy no se burló, no lo miró con asco o arrogancia. No hizo nada.

Decidió ignorar eso por el momento, pero al llegar a su pupitre se percató de una hermosa rosa rosa, perfectamente cuidada, sus pétalos abiertos y su tallo sin rastro de espinas. Miró a su alrededor con algo de confusión.

Con duda tomó la rosa en sus manos y se dió cuenta de una pequeña nota en la que decía solo el destinatario: Harry Potter.

No pudo evitar sonrojarse ante esto, era algo nuevo y extraño. Jamás había recibido un detalle tan lindo como ese, bueno, exceptuando el poema que Ginny le había dedicado el año pasado, que francamente fue más bien lamentablemente y vergonzoso.

En ese momento no lo sabía y tal vez nunca lo habría visto venir, pero se daría cuánta de lo mucho que le tomaría cariño a esos pequeños detalles.

Con un suspiro soñador se recostó en su cama, con un pensamiento constante. Le gustaba que Draco se molestase en enviarle pequeños mensajes lindos y profundos en base a las flores, quería hacer algo igual para él.

— Pronto será San Valentín... — Susurró para sí mismo, ideando, lo que esperaba que fuese un buen obsequio para la ocasión.

Todas las flores que te regalé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora