Beso; intentarlo vale la pena

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Febrero terminó, marzo comenzó y tan rápido como había llegado también se acabó. Después siguió Abril y Mayo, el tiempo estaba pasando rápido y Harry estaba ansioso por cómo terminaría este año.

Había recibido la primer semana de marzo tulipanes, signo de un amor sincero.

En abril recibió hermosas camelinas rosadas, las cuales simbolizan el deseo de tener más cerca a la persona que aprecias y que pasar tiempo con ella es de los mejores regalos que hay.

Harry podía asegurar ahora que se estaba enamorando de Draco pues, a pesar de que no es tan expresivo con respecto a sus sentimientos, vaya que sí lo demuestra con el lenguaje de las flores. Al principio no entendía por qué se le dificulta a tanto externar sus emociones de manera correcta, luego se había enterado, gracias a su madre, que esto se debía principalmente a qué nunca se le había enseñado, a que careció de afecto en su infancia y que es por eso que no sabe exactamente cómo expresarse. Enterarse sobre eso había instalado en su corazón un pequeño sentimiento de tristeza y empatía por el Slytherin, por lo que desde ese momento se dedicó a demostrarle con soltura todo lo que sentía. Sus momentos felices, los frustrantes, los tristes y sobre todo, los cariñosos.

No sabía si estaba haciendo un buen trabajo, pero sin duda las sonrisas que le daba cuando contaba algo que lo emocionaba, o cuando lucía verdaderamente triste y no simplemente indiferente, le hacía saber que al menos estaba logrando algo. Estaba ayudando a que Draco fuese... Draco, y no una simple máquina sangre pura.

Ahora en mayo, a ocho meses desde la primera vez que recibió una flor, llegó a su pupitre y de nueva cuenta encontró una nueva flor para añadir a su colección.

Una camelina roja, que si no se equivocaba, simboliza el amor y la esperanza.

La tomó con delicadeza entre sus manos, admirandola con cariño. ¿Cómo hacía Draco para hacerlo suspirar de manera tan... boba?

— ¿Harry? — La voz de su mejor amiga lo sacó de su pequeña ensoñación.

— ¿Pasa algo, Mione?

— Nada. — Sonrió de lado, casi de manera cómplice. — Solo... Estoy feliz por tí. Luces incluso más alegre estos meses, supongo que es por la persona que te envía esos detalles. — Harry se sonrojó pero no negó hacia la suposición de su amiga. No se podía negar lo innegable.

— No sé quién sea, pero si te hace feliz y no te daña, lo aceptamos. — Habló su compañero Ron, tomando asiento a su lado en el aula.

Harry les sonrió a ambos, agradecido por el apoyo que le brindaban.

Entonces entró el profesor Snape, y todo rastro de alegría se esfumó para todos.

-0-

— Entonces...

— ¿Entonces...? — Repitió con voz monótona, pero se notaba a millas que le divertía la situación.

— ¿Puedo besarte? — Preguntó en un hilo de voz, con la esperanza de que esta vez dijera que sí. Habían pasado años (exagerado) desde la última vez que lo besó.

— Déjame pensarlo... — Se tomó la barbilla en un ademán pensativo, como si estuviese resolviendo el mayor enigma de la historia. — No. — Respondió finalmente con una sonrisa triunfal al ver el puchero de Harry.

— ¡Por favor, Draco! — Fingió lloriquear mientras se tumbaba en su totalidad en el suelo. Draco permaneció sentado en su lugar con las piernas cruzadas sobre la alfombra de la sala de Menesteres. — Solo uno, así chiquito... — volvió a suplicar.

Draco por su parte, estaba totalmente rojo a pesar de que se estaba concentrando en mantener la calma. No lo iba a negar, él también quería besarlo, lo había deseado desde el momento en que se enteró de su infantil enamoramiento, pero se había abstenido porque como buen sangre pura, no se iba a andar besuqueando con un casi-algo.

— No, tendrás que convencerme. — Se burló una vez más.

Harry se incorporó, se arrastró hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para recostar su cabeza sobre el regazo de Draco.

— Solo uno. — Volvió a pedir, mirando con atención los labios de Draco.

Eran tan rosados.

Carnosos.

Suaves.

Draco desvío la mirada avergonzado, casi como si pudiese leer sus pensamientos.

Draco no podía ceder, no aún.

No, no, no, no.

Pero de verdad quiere hacerlo.

Potter, no creo que-

Harry. — Interrumpió.

— ¿Qué?

— Sigues llamándome Potter. — Se quejó. — Llámame Harry. Ya lo hiciste una vez... — Ante el recuerdo, Draco se pudo todavía más rojo de lo que era sanamente posible.

— Potter... — Regresó su vista, sus miradas se encontraron y fueron incapaces de desviarlas. Tragó saliva con nerviosismo, Harry había entrecerrados sus ojos a la par de que se relamia sus labios. Draco hizo lo mismo por reflejo.

— ¿Puedo ser tu novio? — Susurró con suavidad. Draco tardó un momento en procesar lo que había escuchado, para cuando lo hizo una gran sonrisa cubrió su rostro.

¿Qué más daba?, ¿Qué esto no era lo que quería desde el inicio?, ¿Debería realmente importarle lo que su padre pueda decir?

A la mierda.

Se inclinó y fué él quien unió sus labios en una danza suave, exploratoria y dulce. Un beso en toda las de la ley.

Las manos de Potter se aferraron con suavidad a su cuello para profundizar un poco más el beso, Draco lo sostuvo de las mejillas. Inclinó su rostro hacia un lado para que sus narices no interrumpieran el delicioso momento que tanto había esperado.

Sintió la lengua de Harry trazar el contorno de sus labios, lo que le hizo estremecer de pura anticipación. Abrió su boca para darle el acceso que pedía y pronto ambas lenguas se encontraban entrelazadas, probando la esencia del contrario con vehemencia y hambre. Suspiros salían de sus bocas al igual que jadeos ruidosos por la necesidad del aire, pero no querían separarse. Ambos habían esperado eso por mucho tiempo.

La posición era algo incómoda por lo que Harry, sin romper ni por un segundo el beso, logró incorporarse para quedar a la altura de Draco, a quien empujó suavemente contra la alfombra y continúo saboreando el dulce néctar del chico.

Eventualmente tuvieron que separarse, ambos agitados por la falta de aire. Ambos corazones palpitando de manera rápida y sincronizada. Draco tragó saliva de manera ruidosa, mirando con un brillo peculiar a Harry, quien seguía sobre él.

— Yo... — Susurró algo desorientado pero lo que dijo a continuación lo dijo con total seguridad. — Acepto.

Harry estuvo a punto de preguntar a qué se refería hasta que recordó la pregunta previa a su larga sesión de besos. Sonrió con alegría, cariño y amor, dejó un corto beso más sobre los rojos e hinchados labios de Draco.

— No hay vuelta atrás, Draco. — Advirtió con diversión, sintiéndose pleno y completo.

— No pienso echarme hacia atrás, Harry.

En ese momento, una promesa se sellaba entre ellos.

Todas las flores que te regalé Donde viven las historias. Descúbrelo ahora