Capitulo 4

1.9K 189 16
                                    


Al día siguiente no trabajaste pues era sábado, el domingo tampoco tocaba ir a la oficina.

Lo primero que hiciste al despertar fue llamar a Miguel. No eras fan de las llamadas telefónicas, las odiabas profundamente por generarte quince tipos distintos de ansiedad, pero querías oír la voz de Miguel. Miguel se había vuelto una necesidad básica para ti en el tiempo que llevaban saliendo y hablando.

—¿Hola? ¿Miggs? Buenos días ¿Cómo está Gabi? ¿Todo en orden?— preguntaste apenas oíste que atendieron del otro lado

—Cariño, buenos días. Está bien, solo le dieron nauseas porque se escapó de su cama a media noche y se comió los cereales rellenos que mi hermano escondía. Debe haberse tragado un kilo o más de esos. Pero ya se siente mejor. Gracias por preguntar—

Suspiraste de alivio al ver que no era nada grave y solo se trataba de las consecuencias de una travesura. Seguiste hablando de Miguel sobre tonterías y cosas que pasaron en la cita de ayer, estaban entusiasmados por oír la voz del otro. Era la primera vez que hablaban por teléfono desde que salian, era un detalle tonto y te sentias como una adolescente al emocionarte por cosas asi pero cada pequeña cosa relacionada con aquel hombre te entuciasmaba.

En un momento Miguel te hablo de sus preocupaciones, últimamente le surgían muchas emergencias laborales, por lo general eran a horarios normales donde Gabriella estaba en la escuela o podía dejarla en casa de su abuela, sin embargo llegaría el día donde tenga que correr al trabajo en horarios extraños donde ni su tío ni su abuela pudieran cuidar de ella.

Tu horario de oficina acababa antes de las cinco casi todos los días, le comentaste a Miguel que lo ayudarías dentro de tus capacidades. "Puedo cuidarla si lo necesitas"

—Eso me ayudaría mucho, pero no te sientas en la obligación—

—No me molesta, no vives tan lejos. Puedo estar en diez minutos. Además dijiste que le agrado. Prometo no la voy a sobornar con helado ni le voy a provocar una sobredosis de cereales rellenos— Miguel se rió de tus bromas y una vez más te agradeció.

- -


Despertaste en la tarde del domingo, cocinaste un pan de banana y te pusiste al día con la serie del momento. Definitivamente es muy domingo.

Ya más cerca de la tarde, todo se volvió monótono, preparaste la cena y te sentaste a comer mientras observabas un punto fijo en el espacio. No querías pensar en que mañana sería lunes y debías volver al trabajo.

Recibiste una llamada, era Miguel, el único número que no traías silenciado. El momento que Miguel había estado temiendo había llegado. Alzaste una ceja, en parte te pareció extraño que tuviera una crisis laboral un domingo a las ocho de la noche. Aún no entendías muy bien de qué iba su trabajo como genetista pero mientras no desatará una crisis biológica o alguna cosa apocalíptica no tenías mayores problemas en cuidar de Gabi unas horas.

Fuiste a la dirección que Miguel te envió, el antes te había comentado que vivía en un edificio cerca de tu apartamento pero no había especificado bien el piso, llevaste contigo un bolso con ropa extra en caso de ser necesario. Era un edificio bastante moderno, te subiste a un elevador y llegaste hasta el último nivel. Miguel te abrió la puerta, ya estaba con su abrigo y listo para salir, solo estaba esperando a que llegaras.

—Gracias a dios estas aquí, no sabes cuánto lo agradezco— Te abrazo y saludo con un beso.

—Gabi ya comió, está mirando televisión en la sala. No dejes que se acueste tan tarde porque mañana tiene escuela, de hecho intenta que se duerma antes de las diez porque lei que pronostican tormenta y suele asustarse bastante. Ante cualquier emergencia llámame y vendré. Puedes usar la cafetera y comer lo que quieras de la cocina— Miguel te dio unas indicaciones resumidas

La madrastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora